Licencias poéticas
Cuando un poeta afronta la escritura de un poema puede tomar dos decisiones: o bien escribirlo libremente, haciendo uso de la llamada poesía libre (sin reglas, sin normas, sin medidas, etc), o bien someterse a las normas que marque la métrica de su idioma.
Si se decide por esto último entonces escribirá un soneto, un cuarteto, un terceto, una seguidilla, un romance o cualquier otra composición que esté métricamente establecida. Cada una de estas composiciones requiere el uso de un tipo de verso (octosílabos, endecasílabos, etc), de un particular tipo de estrofa, y de una rima particular. Todo ello son requisitos que el poeta deberá cumplir.
No obstante, el poeta tiene a su disposición una serie de vías que le facilitarán el trabajo y aumentarán sus espacios de libertad a la hora de escribir. Estas vías o herramientas son lo que conocemos como licencias poéticas.
Conseguir que todos los versos de un poema o de una estrofa tengan la misma cantidad de sílabas es una tarea complicada, y las licencias poéticas ayudan al poeta en este menester.
Por ejemplo, emplear una palabra aguda al final de un verso hace que este gane una sílaba en el cómputo métrico. «Razón» o «perdón», empleadas al final del verso y como colofón a él, son palabras de tres sílabas para el análisis métrico.
De la misma manera, una palabra esdrújula hace que se relaja la sílaba intermedia o postónica, de forma que la métrica la computa con una sílaba menos. «Lágrimas», «cálido» o «válido» serán palabras de dos sílabas si se colocan al final de un verso.
Otro recurso muy usado es la unión o separación de sílabas en medio del verso. Por ejemplo, cuando una palabra termina en vocal y la siguiente empieza por vocal, y ninguna de esas sílabas es tónica, entonces se consideran como una sóla. Si encontrásemos el siguiente verso:
Se insinúa el gozo
Realmente lo leeríamos silábicamente tal que así: «sein-si-nú-ael-go-zo», así que tendríamos dos sílabas menos por las dos uniones. Estas uniones se llaman sinalefas.
Los diptongos y los hiatos son también aliados métricos del poeta, que puede elegir la forma de pronunciarlos. Por ejemplo, puede optar por pronunciar un diptongo en dos tiempos («su-ave»), o por pronunciar un hiato en una sola sílaba («sae-ta»).
De esta forma, el poeta puede adecuar su poema para que este se ajuste a los requerimientos de una determinada composición.