Las perífrasis verbales
Las perífrasis verbales se basan en la combinación de dos formas verbales que funcionan en la práctica como un solo verbo. Una de esas dos formas es la forma verbal conjugada, que puede ser simple o compuesta, y la otra es la forma verbal no personal, es decir, o bien un infinitivo, o un gerundio o un participio. La unión de ambas formas, normalmente hecha a través de una preposición o de una conjunción, crea una perífrasis verbal.
Es importante reseñar, antes de entrar a ver algunos ejemplos, que las perífrasis son generalmente rodeos, extras, incluso elementos innecesarios. En realidad, se trata de una forma de decir algo que, en casi todos los casos, puede decirse de una forma más fácil. Lo que aportan, pues, son significaciones adicionales que a veces embellecen la frase y a veces, simplemente, aportan información.
Veamos algunos ejemplos:
Juan se echó a llorar cuando se enteró de la noticia
Juan se puso a temblar cuando se enteró de la noticia
Mi hermano se va a examinar de lengua esta semana
Dejadme tranquilo, voy a trabajar un rato
Si observamos detenidamente estos ejemplos, entenderemos lo que decíamos antes. Se podría decir que “Juan lloró”, que “Juan tembló”, que “mi hermano se examinará”, o que “trabajaré un rato”. Pero las perífrasis hacen estas oraciones más naturales y aportan información psicológica o circunstancial.
A veces ocurre que se hace difícil distinguir un par de verbos normales de una perífrasis verbal. Para identificarlas existe un truco. Fijémonos de nuevo en los ejemplos. Cuando decimos que “Juan se echó a llorar”, no queremos decir, realmente, que Juan se echara al suelo, o que se tirara en una cama o en un sofá, sino, simplemente, que empezó a llorar. El verbo “echar”, pues, ha perdido su significado normal y es un simple introductor del verbo que realmente importante, que es “llorar”. Lo mismo ocurre con el segundo ejemplo y con el tercero.
Pero el cuarto es más confuso. Claramente, se trata de una perífrasis si el hablante está, digamos, en casa, sentado en su mesa de trabajo, y pide a sus receptores que le dejen a solas para poder concentrase en su trabajo. En ese caso, el verbo “ir” pierde significado; el hablante no “va” literalmente a ningún sitio, solo piensa empezar a trabajar.
Sin embargo, si dejáramos “siempre que voy a trabajar, encuentro a José por el camino”, entonces “voy a trabajar” no es perífrasis, porque con “ir” nos estamos refiriendo literalmente a desplazarnos a nuestro lugar de trabajo. Para que haya perífrasis, pues -y esto es crucial-, el verbo conjugado tiene que perder su significación.