Los morfemas flexivos
En La Guía de Lengua hemos estudiado últimamente las unidades mínimas, significativamente cargadas, que conforman las palabras. En esos artículos hemos dicho que las palabras sólo pueden descomponerse hasta quedarnos en los monemas, que son sus unidades básicas, o sea, las unidades indivisibles que portan algún tipo de significado semántico. Podríamos decir en realidad que los monemas bien pueden dividirse en fonemas, pero si lo hacemos estaríamos entrando en otro campo, la fonología, o el estudio de los elementos lingüísticos carentes de significado semántico, que por el momento no nos interesa.
Si nos centramos en los monemas, y siguiendo el hilo de los artículos que hemos estado publicando, podremos decir que un tipo de monemas son los lexemas, los que forman la raíz de las palabras y aportan su significado principal, su “esencia”; mientras que el otro tipo de monemas son los morfemas, que son los que acompañan a los lexemas para actualizarlos y presentar cuantas variaciones gramaticales sean necesarias.
Existen a grandes rasgos dos tipos de morfemas, como también hemos visto. Los independientes son las preposiciones, las conjunciones y los determinantes, que de momento no nos interesan. Los dependientes, en cambio, son los derivativos, que ya hemos estudiado, y los flexivos, de los que pasamos a ocuparnos ahora mismo.
Los morfemas de tipo flexivo son bastante más escurridizos que los derivativos, porque si bien de éstos podemos decir que son los sufijos, los prefijos y los infijos, de aquéllos no podemos especificar tanto. Los morfemas flexivos aportan a los lexemas contenido gramatical, no léxico, aunque aparecen casi siempre. Son de tipo constitutivo, en lugar de facultativo (como eran los morfemas derivativos). Y su función básica es presentar a los lexemas en el modo gramatical adecuado, cuando éstos son verbos, o con el género y el número pertinente, cuando son sustantivos o adjetivos.
Así pues, si tomamos el lexema “león” y lo queremos transformar en femenino, haremos uso de un morfema flexivo, en este caso “-a”, para formar “leona”. Si lo queremos presentar en plural, necesitaremos el morfema flexivo “-s” y crearemos “leonas”. Si queremos hacer plural la forma masculina, necesitaremos otros dos morfemas flexivos: “-e” y “-s”, y formaremos “leones”.
Es importante recordar que los morfemas flexivos, al contrario que los derivativos, no tienen por qué ir junto al lexema. Puede interponerse entre ambos, por ejemplo, un morfema derivativo, como ocurriría si dijéramos “leoncitas”, añadiendo un sufijo (“-cit”), antes de los dos morfemas flexivos (“-a” y “-s”).