Norma lingüística
La norma lingüística comprende una serie de rasgos gramaticales, o de reglas de uso de la gramática, que se entienden como parte del empleo correcto de una lengua determinada. La comunidad de los hablantes de dicha lengua acepta esas reglas como propias y las aplica sin mayor dificultad. Estas reglas comprenden tanto aspectos relacionados con la interpretación semántica o el significado social de las oraciones, hasta los aspectos sociolingüísticos, de estandarización y de política lingüística.
Además, es importante destacar que la norma lingüística no es estática, sino que evoluciona con el tiempo. Los cambios en la sociedad, la tecnología y la cultura pueden influir en la forma en que se usa una lengua y, por lo tanto, en su norma lingüística. Por ejemplo, el auge de las redes sociales y los mensajes de texto ha llevado a la creación de nuevas formas de escritura y de comunicación que, aunque no se ajusten a la norma lingüística tradicional, son ampliamente aceptadas y entendidas por la comunidad de hablantes.
La normal lingüística más conocida y extendida es la que se denomina lengua estándar. La lengua estándar representa el uso correcto de una lengua determinada, con sus normas y hábitos asociados. Hay que entender, en este punto, que una lengua, entendida en modo extenso, permite una multiplicidad de usos y modos mayor de la que generalmente se utiliza. El conjunto total de usos lingüísticos se restringe por convención de los hablantes para facilitar las tareas comunicativas. Así, por ejemplo, ciertas palabras de origen extranjero se adaptan al nuevo idioma y, convencionalmente, adoptan sus reglas: como club o film, cuyos plurales son clubes y filmes; y no clubs y films, como en sus respectivos idiomas de procedencia. Entre otros ejemplos podríamos citar la formación de diminutivos, que se realiza mediante la adición de sufijos en español (de «casa» a «casita»), y mediante la adición de una palabra significante en inglés (de «house» a «little house»). Nuevamente, la regla tiene que ver con la convención que entendemos por norma lingüística.
El caso del español tiene una conocida particularidad, y es la diferencia de usos y hábitos entre el español de España y el de Latinoamérica. Si bien ambos comparten numerosas reglas morfológicas y sintácticas, existen bastante divergencias en cuanto al léxico, donde abundan las peculiaridades regionales. Y más divergencias encontraremos en el caso de la fonética.
Además, es relevante mencionar que la norma lingüística también puede variar dependiendo del contexto en el que se utiliza la lengua. Por ejemplo, la norma lingüística en un contexto formal puede ser muy diferente de la norma lingüística en un contexto informal. Esto se debe a que diferentes situaciones requieren diferentes niveles de formalidad en el lenguaje, y la norma lingüística se adapta a estas necesidades.
De esta forma, se ha desarrollado toda una corriente entre los lingüísticas que se denomina prescriptivismo -o normativismo- lingüístico. Se trata, en resumidas cuentas, de aquella parte de la lingüística que se ocupa de establecer reglas para el uso de una lengua determinada. Que estas reglas sean obligatorias o sólo recomendadas, y que, por lo tanto, salirse de ellas sea considerado un error en el uso de la lengua, o simplemente un uso propio y original, es asunto de acalorado debate. En cualquier caso, este tipo de reglas suelen seguirse y tomarse muy en serio en el ambiente de la lengua culta y de la lengua escrita. Para la lengua oral suele dejarse un espacio mayor de libertad de uso, si bien también se aplican numerosas correcciones en determinados contextos sociales.