Adverbios de negación
Por adverbio entendemos la palabra o conjunto de palabras (en ese caso, lo llamaríamos “locución adverbial”) que en la oración complementan al verbo, al adjetivo o a otro adverbio, añadiendo información circunstancial sobre él o ellos. Dicho en otras palabras, y por emplear las palabras de reconocidos divulgadores de la lengua han utilizado, el adverbio viene a ser “el adjetivo del verbo”, ya que por su naturaleza viene a calificar o describir la información verbal, o bien a determinarla, por medio de la información circunstancial.
La propia palabra adverbio proviene de la palabra latina “adverbum”, o “ad-verbum”, que significa literalmente junto al verbo, o adjunto al verbo. Que los adverbios se puedan emplear también para ejercer de complementos de adjetivos y de otros adverbios no es sino una evolución posterior de la lengua que no estaba presente en el antiguo latín.
Dicho esto, pasemos a la clasificación de los adverbios, que es el tema que nos ocupa. Es un lugar común que los adverbios se clasifican normalmente según sus categorías semánticas, esto es, según el significado que transmiten o suelen transmitir. De esa manera es como tenemos las categorías de “adverbios de tiempo”, “adverbios de lugar”, y “adverbios de negación”, de los que vamos a ocuparnos en seguida.
Sin embargo, los adverbios, como todos los lingüistas saben, no están muy de acuerdo con esta forma de clasificarlos. De hecho, en cuanto tienen oportunidad suelen salirse de sus categorías establecidas y entrar en otras, lo que ha llevado a los clasificadores a incluir a un mismo adverbio, en bastantes ocasiones, en más de una categoría semántica. Veamos por ejemplo el caso del adverbio “nunca”.
Si decimos algo como “Yo nunca voy al cine, prefiero ver las películas en mi casa”, en realidad estaremos empleando el adverbio “nunca” para informar a nuestro interlocutor de la frecuencia con la que acudimos al cine (en este caso no acudimos nunca).
Sin embargo, y por emplear una frase de sobra conocida por los cinéfilos, si exclamamos “¡Pongo a Dios por testigo de que nunca volveré a pasar hambre!”, en realidad estaremos empleando el mismo adverbio con el que antes informábamos de nuestra frecuencia de asistencia al cine para negar terminantemente la posibilidad a la que hacemos referencia (pasar hambre). “Nunca” se habría convertido, así, en un adverbio de negación.
Nunca es, entonces, parte de esta categoría, que sorprendentemente es bastante corta contra lo que suele ser habitual. Estos son los adverbios de negación que habitualmente figuran en un libro de texto:
no
nunca
jamás (y la locución “nunca jamás”, una especie de doble negación admitida y bastante usada)
tampoco
nada