Caso acusativo
El caso es un concepto lingüístico que se utiliza para hacer referencia a la posibilidad, existente tan sólo en algunas lenguas, de añadir a los sustantivos, a los adjetivos y a los pronombres algún tipo de marca distintiva —normalmente morfológica— relacionada con la función sintáctica que desempeñen dentro de la oración. En cada lengua, el caso es el encargado único de marcar, haciendo uso de determinados morfemas flexivos, cada uno de los distintos tipos de relación gramatical que en dicha lengua pueden darse (en español, por ejemplo, el caso sólo tiene aplicación con determinados tipos de pronombres; en chino no tiene aplicación en absoluto).
Una definición más conceptual, ofrecida por la lingüística moderna, define el caso como la asignación de un marcaje morfosintáctico a un elemento determinado de la oración, en función del papel temático que realiza en el predicado verbal.
Hay que distinguir, no obstante, entre dos tipos de casos. El caso morfológico, por una parte, es el que hemos definido, y es el que se ha utilizado en la lingüística de forma tradicional. La otra posibilidad es el caso sintáctico —también llamado abstracto—, utilizado casi siempre desde la gramática generativa y aplicado, por consiguiente, a todas las lenguas (recordemos brevemente que la gramática generativa estudia el fenómeno lingüístico de forma general y universal, y por lo tanto no da cabida a fenómenos exclusivos de determinadas lenguas). Esta categoría generativa, de naturaleza abstracta, postula que el núcleo de cualquier sintagma nominal puede recibir —sólo— una interpretación de naturaleza semántica por parte de un asignador de caso —que ha de ser un verbo o una preposición. Y este asignador es el que permitirá reconocer su función dentro de la oración.
Situado en su debido contexto, ya podemos decir que el caso acusativo es que regula la relación entre el verbo y el objeto al que la acción verbal se refiere. En este caso —y al igual que ocurre con el caso ablativo y el complemento circunstancial— el fenómeno gramatical casi siempre regulado por el caso acusativo es el complemento directo.
También llamado cuarto caso, el acusativo tiene una enorme tradición entre las lenguas occidentales. Se utilizaba ya en la lengua griega, donde se conocía como causal, si bien la lengua latina, al adaptarlo, cambió su función —de causa a efecto— pero mantuvo su denominación, quedándose en el actual acusativo.
Se trata de uno de los casos más utilizados en latín, lengua que lo utiliza para regular el complemento directo de los verbos transitivos (milites pontem fecerunt), pero también aparece bajo las formas de acusativo de dirección (para expresar el lugar de destino de la acción verbal), acusativo exclamativo (en concurrencia con el nominativo), acusativo de extensión (para indicar la extensión en el espacio y en el tiempo de la acción verbal), acusativo adverbial (para expresar cantidad, por ejemplo), acusativo de relación (para indicar la parte de una persona que se ve afectada por la acción del verbo, como en lacrimis perfusa genas), y doble acusativo, cuando dos complementos de acusativo acompañan al verbo sin tener, obligatoriamente, ninguna relación entre ellos.