Introducción de extranjerismos
A lo largo del tiempo todas las lenguas han aumentado su vocabulario con palabras pertenecientes a otros idiomas. Este recurso, que enriquece nuestras lenguas, no es algo que se rechace de pleno; pero, su agregación ha de hacerse de forma regulada, de modo que la introducción de extranjerismos se realice de modo ordenado y unitario y, siempre, respondiendo a las modernas necesidades expresivas que van surgiendo. La adaptación de estas palabras provenientes de otros idiomas ha de realizarse de modo que las nuevas palabras adquieran, en lo posible, los rasgos gráficos y morfológicos propios del idioma que las recibe; en nuestro caso, del español.
Con el objetivo de lograr lo señalado con anterioridad, existen una serie de pautas en el tratamiento de los extranjerismos. Por tanto, para su correcta utilización tendremos que seguirlas. Además en caso de duda, siempre podremos consultar el Diccionario académico de la Real Academia Española o el Diccionario panhispánico de dudas de la misma institución. Veamos, pues, cuáles son esos criterios que rigen el comportamiento de los extranjerismos en su inserción en el español:
1. Existen una serie de extranjerismos que pueden ser considerados como superfluos o innecesarios. Esto sucede cuando el español posee palabras con el mismo significado que se encuentran en pleno uso. En estos casos se empleará la voz española en lugar de la extranjera.
Ejemplo: Se empleará la expresión “copia de seguridad” en lugar de la inglesa “back-up”.
2. Otro grupo de extranjerismos son aquellos que se estiman necesarios o cuyo empleo se encuentra muy extendido. En estos casos, puede suceder que el español no posea un vocablo o expresión que refleje el significado de la palabra extranjera o que el uso del extranjerismo haya desbancado totalmente la palabra española. Aquí, según la palabra, se aplicará un criterio u otro:
a) Puede optarse por mantener la grafía y la pronunciación de la palabra originaria de otro idioma. Esto ocurre cuando la palabra se haya totalmente aceptada en un uso internacional. Estas palabras, en la escritura, deben resaltarse mediante el empleo de las comillas o la cursiva para señalar que escritura y pronunciación no coinciden.
Ejemplos: ballet, jazz, hardware.
b) El segundo criterio que puede seguirse es el de adaptar la grafía y la pronunciación originaria. En estas ocasiones, normalmente, la prioridad es hacer coincidir en lo posible la escritura de la palabra con su pronunciación en español.Esto puede hacerse de dos formas distintas:
– No variando la escritura de la palabra en su idioma originario, pero adaptando su pronunciación y acentuación a las reglas del español. Estas palabras se incorporan al léxico del español y, por tanto, no es necesario ya escribirlas entre comillas o en cursiva.
Ejemplo: la palabra francesa “quiche”, cuya pronunciación original es [kísh] en español se pronuncia [kíche] y, siguiendo las reglas de acentuación del español, mantiene la misma escritura.
– Adaptando al español la escritura original de la palabra, pero no variando su pronunciación.
Ejemplo: la voz inglesa “paddle” en español, siguiendo las reglas generales de acentuación, se escribe “pádel” y mantiene la misma pronunciación que tiene en su idioma originario, el inglés.