La adjetivación
La adjetivación es el proceso según el cual un sustantivo -o cualquier elemento o partícula sustantivada- es calificado o determinado por medio de la adición de un adjetivo. La adjetivación puede darse de maneras diferentes, pero siempre supone un añadido de información a un elemento previo. Para entenderla bien, hemos de saber lo que es un adjetivo, y de qué manera puede éste relacionarse con el sustantivo o elemento sustantivado al que acompaña.
En gramática, el adjetivo -a veces llamado “nombre adjetivo”- es la parte variable de la oración que se junta al sustantivo o palabra sustantivada para calificarlo o determinarlo. Y esas dos funciones -calificación y determinación- son a grandes rasgos las que definen los dos grandes tipos de adjetivos que existen, a saber: los adjetivos calificativos y los adjetivos determinativos -también llamados adjetivos demostrativos.
En cualquiera de los casos, la función principal que ha de cumplir cualquier adjetivo no es otra que la de ampliar la información sobre otro elemento de la oración. Valerse de adjetivos calificativos para decir “árbol viejo” o “árbol joven” siempre nos permitirá ofrecer una información más precisa que decir simplemente “árbol”. De la misma manera, emplear adjetivos demostrativos para decir “este árbol” o “aquel árbol” también nos ayudará a ampliar la información del “árbol”, en este caso, especificando o determinando a qué árbol en concreto nos estamos refiriendo.
Estos ejemplos no deben hacernos ver que un sustantivo sólo pueda llevar un adjetivo acompañándole, o que los adjetivos calificativos y demostrativos no puedan mezclarse. En realidad no es así: un mismo sustantivo puede ir acompañado de dos o más adjetivos calificativos, o de dos más adjetivos calificativos y demostrativos. Será imposible sin embargo encontrar más de un adjetivo demostrativo refiriéndose a un mismo sustantivo, pues por su propia naturaleza, los adjetivos demostrativos nos dicen a qué elemento en concreto nos estamos refiriendo. No sería pues posible decir “esos aquellos árboles” pues, en realidad, sólo pueden ser o “esos” o bien “aquellos”.
No obstante, no hay ningún problema en emplear un determinativo y un calificativo juntos, como haríamos si decimos “aquellos viejos árboles”. O incluso en emplear dos calificativos, como diríamos en “árboles viejos y magníficos”. A esta última oración, de hecho, podríamos añadirle aun un adjetivo demostrativo, diciendo “estos árboles viejos y magníficos”. Y en realidad, podemos seguir agregándole calificativos tanto como nuestra habilidad nos permite sin que la frase suene pesada y redundante. Por ejemplo, “estos viejos árboles, altos y hermosos…”.
La adjetivación es, de hecho, uno de los elementos que en mayor medida definen nuestra forma de escribir, nuestro estilo. Hay escritores que emplean numerosos adjetivos, mientras otros prefieren un estilo más aséptico libre de calificativos. Ambas elecciones son correctas, pero saber cuándo emplear adjetivos, cuántos elegir, y dónde colocarlos -pues los adjetivos pueden ir tanto antes como después de los sustantivos- serán elementos fuertemente definitorios de la calidad de nuestros escritos.