Lengua

Loísmo

Publicado por Pablo

loismo.jpg Loísmo es la sustitución del pronombre personal «le», ejerciendo la función de complemento indirecto masculino o neutro, por «lo». Dado que la forma «le» es la etimológicamente correcta para este tipo de casos, el empleo de «lo» en su lugar es incorrecto, y así lo reconoce la Real Academia Española.

Las formas «lo» y «los» proceden de sus equivalentes latinas «illum» (masculino) e «illud» (neutro), que son las formas establecidas por el latín para el caso acusativo. De esta forma, y siendo el acusativo el caso utilizado por el la lengua latina para el desempeño de la función del complemento directo, es lógico que las originales formas castellanas de «lo» y «los» se utilizaran también para dicha función gramatical (como en «lo encontré en la parada de autobús», o «lo comprendo perfectamente»).

Cuando «lo» y «los» no actúan como complemento directo, sino que lo hacen como complemento indirecto, es cuando su uso es incorrecto y se incurre en loísmo. Véanse los siguientes ejemplos:

– «Los dije (a ellos) que se callaran», en lugar de «les dije».

– «Lo entregué (al policía) mi documento de identidad», en lugar de «le entregué».

Lógicamente, un uso de «lo» como éste puede desencadenar malentendidos de todo tipo cuando la comunicación se establece entre loístas y no loístas.

Una de las explicaciones del error loísta -y del laísta- es el carácter ambiguo de «le». Así, cuando decimos «dale un beso», el pronombre no aporta información genérica, ya que podría ser «a él» o «a ella». En estos casos, la forma correcta, si se quiere ser más explícito, es incluir el complemento indirecto en forma de sintagma: «dale un beso a él»; nunca decir «dalo un beso» o «dala un beso» (sí, en cambio, es correcto decir «bésalo» o «bésala».

Al igual que el laísmo y el leísmo, el loísmo se desarrolló en Castilla durante la Edad Media, pero no logró influenciar a la variación andaluza, que fue, a su vez, la que se instaló en América. Al contrario, no obstante, que el laísmo, el loísmo quedó desde muy pronto bastante marginado dentro de las propias variaciones dialectales del centro y el norte peninsular, y es hoy la incorrección menos extendida de todas las que afectan a los pronombres personales. Hoy, de hecho, sólo se documenta en textos con un carácter dialectal y «castizo» muy marcado.

Un loísmo algo más extendido es el que afecta a ciertos verbos que se construyen mediante un sustantivo en función de complemento directo, de los que actúan cual si fueran locuciones verbales (como sacar brillo o echar un vistazo). En estos casos, sin duda por desconocimiento del hablante de cuál es el pronombre que procede, se utiliza a veces «lo», como en «ya te he enviado el informe, échalo un vistazo» (cuando debería ser, evidentemente, «échale»).