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El amante de Lady Chatterley de D. H. Lawrence

Publicado por A. Cerra

La biografía de D. H. Lawrence (1885 – 1930), David Herbert Lawrence, está plagada de grandes novelas, viajes continuos, una peculiar relación amorosa con su esposa Frieda y también diversos escándalos. Y ejemplo de toda esa agitada vida es su novela La amante de Chatterley, quizás su obra maestra.

Este es un libro propio de su periodo de madurez ya que lo acabó en 1928, y lo escribió durante su estancia en Italia, país en el que se había establecido unos dos años antes. Cuando hablamos de escándalos, con esta publicación encontramos uno de sus máximos exponentes, ya que el relato de El amante de Lady Chatterley fue tachado de pornográfico y obsceno. Por eso, el autor solo llegó a ver una edición privada de su novela que vio la luz en el mismo año 1928.

Para hacernos una idea, hasta el año 1932 no salió al mercado otra versión bastante censurada en el Reino Unido, y para entonces D. H. Lawrence ya había fallecido. De hecho, en Estados Unidos no se publicó la edición íntegra hasta 1959, y en su Gran Bretaña natal se editó al año siguiente. Mientras que una de las primeras traducciones al español tuvo lugar en Argentina en 1946.

Y, ¿por qué fue tan polémica esta obra? Porque el autor quería defender vehemente una tesis con este relato. Es decir, nos cuenta con minucioso detalle y pasión la relación que mantiene Lady Chatterley, o sea, Constance, con el guardabosques Oliver Mellors. Nos habla de una relación amorosa, y sobre todo carnal, entre una dama de la sociedad británica y un hombre de la clase obrera. Una relación en la que ante todo hay sexo, y narrado de forma muy explícita.

Además Constance es una adultera, y no solo eso, sino que su marido es un reputado personaje de las clases altas que permanece postrado en una silla de ruedas tras sufrir unas graves heridas durante la Primera Guerra Mundial. Una situación que hace que el matrimonio tenga vínculos solo intelectuales y no físicos. De hecho, aunque viven en la misma casa solariega, lo hacen en plantas diferentes, ya que ella vive en el piso de arriba, y él en la planta baja por motivos de movilidad. Por lo tanto, hay una clara insatisfacción por parte de Constance y eso lo va a saciar con la intensa relación con Oliver Mellors, el cual al pertenecer a una clase más baja, todavía le añade más escándalo a la relación.

Una relación en la que el sexo tiene un gran protagonismo, tanto que Lawrence le concede el valor de ser un elemento regenerador para las personas, en especial en unos años en los que la sociedad europea cada vez estaba deshumanizada por la imparable industrialización.