Estudio en escarlata de A. Conan Doyle
He aquí una de las obras literarias por las que el personaje ficticio de Sherlock Holmes se ha convertido en el detective más famoso de todos los tiempos. Y no solo eso, sino que es en esta novela de 1887 es donde aparece por primera vez el célebre personaje de Arthur Conan Doyle.
Aparece Holmes, pero también su infatigable y paciente compañero el doctor Watson, ya que es en este libro es donde vemos como empiezan a vivir juntos, en el mismo piso de Baker Street que ya ocuparán durante todas las novelas posteriores.
Es decir, en Estudio en escarlata Conan Doyle nos presenta a los personajes, sus características, manías y costumbres. Sin olvidar que también nos presenta lo que con el tiempo los críticos literarios han denominado el canon holmesiano o sherlockiano.
Los inicios de esta serie en realidad no fueron en forma de novela, sino que la primera vez que se publicaron fue en una revista londinense, y posteriormente se transformó en un libro independiente. Por cierto una novela que contaba con ilustraciones realizadas por el propio padre de Arthur Conan Doyle, llamado Charle Altamont Doyle.
Como en todas las obras de esta serie, el narrador de los acontecimientos no es el detective, sino el Doctor John H. Watson. De hecho, al inicio se nos da a entender que están va a ser sus memorias.
Pero en realidad es más que eso, ya que en la obra podemos distinguir dos partes bien diferenciadas. En una primera, los protagonistas son Sherlock y Watson quienes se disponen a resolver un crimen ocurrido en Londres, y para lo cual han sido llamados por la policía de Scotland Yard. Pero hay una segunda parte, en la que el relato se traslada en el tiempo, varias décadas atrás, para llevarnos al estado de Utah en Estados Unidos, un territorio básicamente de mormones.
Esta segunda parte incluso tiene un subtítulo aparte: “La tierra de los santos”. Y hay un narrador omnisciente distinto de Watson, ya que ni él ni Sherlock han estado en ese lugar ni han visto el crimen que allí se nos narra. Lo cierto, es que se nos narra y se nos describe con mucha crítica a la iglesia mormona y sus prácticas, por ejemplo en lo referente a la poligamia. Algo que en su momento no estuvo exento de crítica, por lo que años más tarde Conan Doyle tuvo que pedir disculpas.
El caso es que las dos partes se unifican en un último capítulo en el que todo tiene sentido. Un capítulo en el que el narrador vuelve a ser Watson.
Por cierto, no hay que buscar en todo el libro la famosa expresión “Elemental, querido Watson”, porque eso jamás lo escribió el autor. Y su popularidad se debe a una de las múltiples versiones cinematográficas que se han producido.