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Asesinos sin rostro de Henning Mankell

Publicado por A. Cerra

Henning Mankell (1948 – 2015) es posiblemente, hasta la irrupción de la saga Millenium de Stieg Larsson, el escritor sueco más famoso e internacional de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Y esa fama sobre todo se debe a sus novelas policiacas, y en especial a las que conforman la serie Wallander, la cual comenzó con esta novela de Asesinos sin rostro, publicada en 1991.

Es cierto que Mankell escribió otras novelas, e incluso creó obras de teatro, disciplina en la que también intervino como director teatral y hasta como actor inicialmente, pero sin duda alguna lo que le llevó al éxito fueron sus 12 novelas de Wallander. Unas obras en las que no solo se trata de recrear un crimen y resolverlo al típico estilo del subgénero de la novela negra. Se trata de tramas que el autor aprovecha para hablar de la sociedad de nuestro tiempo, criticando todo aquello que no ve con buenos ojos.

En realidad, eso lo hace todo con los ojos del inspector de policía Kurt Wallander, el protagonista de toda la serie. Un personaje ya cercano a su jubilación, algo que por momentos desea avanzar ya que hay muchas cosas de la actualidad que se ve incapaz de comprender.

Es un personaje que por supuesto tiene una extraordinaria capacidad para la investigación criminal. Alguien que sin duda va a pasar a la posteridad de los grandes criminalistas de la historia de la literatura como el gran Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, el pomposo Hercules Poirot de Agatha Christie o el sarcástico Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, con el que comparte la crítica a la sociedad del siglo XX.

Es decir que Kurt Wallander es algo más que un detective. Es un personaje bastante complejo, con sus problemas psicológicos y sus carencias. De hecho lo conocemos en un momento de su vida en el que duerme poco, sufre mucho y bebe más. Un panorama personal muy sombrío que Mankell va desgranando en cada uno de los libros de la serie, sin que eso impida sentirnos atrapados por la investigación que lleva a cabo y el resto de personajes que van surgiendo según las necesidades de cada relato.

En este caso, se trata de resolver el asesinato que han sufrido un matrimonio de personas mayores en una granja de la campiña sueca. Tal y como se encuentra el cuerpo del anciano se ve que ha sido torturado, mientras que su esposa ha muerto de un lento estrangulamiento. Todo obra de un asesino muy frío, que ha dejado muy pocas pistas, mientras que los habitantes de la región le piden rápidos resultados a Wallander.

Con estos mimbres, Mankell crea este relato que ya es uno de los clásicos de la novela negra del siglo XX. Un libro de lectura fascinante, y que sin duda provoca la adicción de querer conocer más aventuras y desventuras del atormentado inspector Wallander.