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Hija de la memoria, de Kim Edwards

Publicado por Pablo

Hija de la memoriaKim Edwards dio el salto a la fama con una colección de pequeños relatos, llamado Los Secretos del Rey del Fuego, con los que obtuvo el reconocimiento unánime de la crítica y consiguió prestigiosos premios literarios en los Estados Unidos, como el Nelson Algren Award y el Whiting Award. En la actualidad, la autora se dedica –además de a sus libros- a enseñar escritura en la Universidad de Kentucky.

Al mercado de habla hispana a llegado hace relativamente poco su último libro: Hija de la Memoria. Es un relato conmovedor, profundamente intimista, que transcurre con un halo de tristeza rodeando cada palabra y lograr hacer que el lector descienda, con ellas, a lo más profundo de los recovecos psicológicos de cada uno de sus personajes. Cómo los actos, que muchas veces no controlamos, marcan nuestra personalidad, dejan su impronta en nuestra forma de ser, en nuestras relaciones con los demás, en nuestro destino, todo ello aderezado con un estilo de formidable belleza configuran los temas del libro.

En cualquier caso, demos unos breves apuntes acerca del argumento del mismo, que siempre son de agradecer para decidirse a leer o desechar una obra de estas características. “Hija de la memoria” transcurre en los Estados Unidos de América. Concretamente, en Lexington, Kentucky, durante los años sesenta. El núcleo protagonista lo configura una pareja, un matrimonio feliz. Son David Henry y Norah, su mujer.

Y he aquí que la historia comienza cuando este matrimonio espera la llegada de su primer hijo. En un día con fuerte temporal, David lleva a su mujer a la consulta más cercana, que él mismo regente, para dar a luz. Allí es asistida por la enfermera Caroline, que está, aunque nunca lo diga, profundamente enamorada de David.

El parto transcurre sin complicaciones, excepto por un pequeño detalle: Norah da a luz, sorpresivamente, a dos bebés. El primero es Paul, el que esperaban. La segunda, Phoebe, que además de inesperada, resulta mostrar síntomas claros de padecer el síndrome de Down.

En este punto empieza verdaderamente la historia, pues es aquí cuando David decide borrar de su vida a la pequeña Phoebe. Se la da a Caroline, con el encargo de enviarla a un hogar donde la cuiden y la quieran, y a su mujer, Norah, le dice que la niña murió al nacer.

Pero Caroline decide desobedecer a su jefe, y se queda con esa pequeña a la que adora. Años pasan y, como en las antiguas tragedias griegas, el lector podrá suponer que la historia de esa pequeña Phoebe terminará por afectar a la vida de su padre y su familia, amenazando con destruir todo aquello que su padre quiso proteger al apartarla de su existencia.

La lectura avanza despacio, es triste y en ocasiones dolorosa. Pero, como ya decíamos, merece la pena adentrarse en este inteligente universo de sensaciones, que nos conducirá, mientras nos deleita, a lo más profundo de la psique humana.