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San Manuel Bueno, mártir de Unamuno

Publicado por A. Cerra

Miguel de Unamuno publicó en 1931 una de sus novelas más aclamadas: San Manuel Bueno, mártir. Un texto más que interesante en el que nos habla con muy pocos personajes de un tema que siempre le atrajo mucho la novelista: la fe.

Esos pocos personajes son Ángela Carballino, que también es la narradora, su hermano Lázaro y por supuesto el párroco de su pueblo que es Manuel Bueno.

Como ya hemos dicho todo se nos cuenta desde la perspectiva de Ángela, la cual ha regresado a su pueblo de la provincia de Zamora y ha quedado perpleja de la bondad del párroco. Poco después regresará su hermano, el cual es un laico declarado y lo primero que hace es sospechar de la integridad de don Manuel. Pero al final acaba convencido de que es un hombre bueno y le ayuda en todo lo que puede.

De esta manera, los que en principio iban a ser dos rivales, terminan siendo muy buenos amigos. Tanto que el cura le confiesa a Lázaro su gran secreto. Él no cree. Y para no pensar en ello se dedica a ayudar sin parar a la gente, y a darles esperanza, así tal vez él también acabe creyendo.

Esa es toda la acción del libro. Es decir no se trata de un relato con peripecias y aventuras. Ni mucho menos. Es una obra en la que asistimos a la evolución espiritual y las reflexiones de esos tres personajes. Con los cuales obviamente nos está planteando todas sus inquietudes.

Sin embargo, no lo hace con su propia voz. Recurre a una narradora que ni siquiera lo sabe todo, ya que nos está contando lo que ella ha visto, ha oído, le han contado y ha sentido. Se inventa este personaje que nos escribe la novela como si fueran sus memorias, un recurso que el propio Unamuno considera herencia de Cervantes su gran obra el Quijote. Algo que nos confiesa en un capítulo o secuencia final que firma el autor a modo de epílogo.

En realidad el argumento y las reflexiones son muy interesantes. Pero quizás lo sea más todo el repertorio de recursos literarios que nos muestra este autor.

Por ejemplo, Ángela comienza y acaba el relato en el presente, con un ahora, ya que nos indica que va a contar todo lo que sabe sobre don Manuel Bueno por petición del obispo que está pensando en beatificar al párroco. Pero es interesante ver como luego nos cuenta todo en pasado, concretamente en pretérito imperfecto. Un tiempo que es el ideal para jugar con la memoria y los recuerdos.

Otro recurso literario en el que nos muestra un maestro el autor es en los diálogos. Los usa en infinidad de ocasiones y no solo para plasmar conversaciones, también para relatarnos hechos entre personajes.

En definitiva que es muy difícil decir cuál es la mejor obra de este estupendo escritor español, pero sin duda entre las que nunca deben faltar en cualquier selección de su bibliografía es esta de San Manuel Bueno, mártir.