Un mundo feliz de Aldous Huxley
Aldous Huxley (1894 – 1963) es un autor muy interesante de la primera mitad del siglo XX, y es que su prosa de alguna forma fue capaz de anticiparse a las inquietudes políticas y sociales que ocuparían las novelas más intelectuales de décadas posteriores.
Sus principales obras se preocupan mucho por la antropología y por la historia de las diferentes culturas y las civilizaciones. Algo que lo hace con un espíritu muy culto, pero que sabe envolver en un fino e inteligente sentido del humor. Y de ello el máximo exponente en su libro más reconocido: Un mundo feliz, que vio la luz en el año 1932.
Hay que fijarse bien en la fecha de la publicación, ya que parece mentira lo que luego nos va presentar en el relato. Nos habla de una civilización que está tan sumamente tecnologizada que el resultado es la alineación. O sea que nos está mostrando una caricatura, algo que ya anticipa desde el propio título de la obra “Un mundo feliz”. A la utopía de la felicidad se le ha dado completamente la vuelta, y nos encontramos con la distopía.
Vemos un mundo absolutamente deshumanizado, tanto que ya no existen las emociones que caracteriza al género humano. Es cierto que es una sociedad tan avanzada científicamente que ha sido capaz de eliminar el dolor y hasta la injusticia, pero a cambio también han desaparecido los sentimientos.
Esta obra y otra anterior titulada Contrapunto se pueden considerar los mejores libros de Huxley. Y es que en Un mundo feliz se dejaba traslucir ya un fuerte componente pesimista, y eso se agravó años después, tanto por lo vivido durante la Segunda Guerra Mundial como por su definitiva instalación en Estados Unidos.
Sí en Un mundo feliz se veía cierto resquicio para la redención de la sociedad, lo cierto es que posteriormente el autor ya solo veía dos soluciones para el ser humano en el siglo XX. Por un lado estaba la destrucción de todo, la cual él veía que era un hecho irremediable tal y como se estaba conduciendo la sociedad. Mientras que la otra solución era adoptar una actitud mística, algo que él se aplicó a sí mismo.
En definitiva, es muy curioso ver como relató el mundo un personaje tremendamente inteligente a mediados del pasado siglo, y comprobar como fue un adelantado a su tiempo, además de lo acertado que estaba en muchas cuestiones que hoy en el siglo XXI se mantienen o se han hecho realidad.