Barroco francés
La literatura francesa experimentó durante el siglo XVII -y fundamentalmente durante le reinado de Luis XIV, el Rey Sol- un importante esplendor. El teatro es el género que mejor y durante más tiempo absorbió las características expresivas del barroco, mientras que la poesía y la prosa evolucionaron con mayor rapidez hacia un incipiente neoclasicismo.
En lo referente a la poesía, pocas fueron las grandes figuras literarias que brillasen durante esta etapa. En general, los poetas barrocos franceses evidenciaron dos grandes tendencias: el preciosismo, que cultivó una poesía de refinada expresión y alta cultura, concebida para el gusto de las clases nobles. El máximo exponente de esta tendencia fue Vicent Voiture. Por otro lado, la poesía burlesca y satírica mostró menos respeto por las viejas convenciones literarias, si bien terminó degenerando hacia la burla fácil y la grosería. Paul Scarron fue el máximo exponente de lo mejor de este género.
Por otra parte, durante la segunda mitad del siglo fue imponiéndose un estilo lírico más sobrio, de expresión más clara y menor dosis de imaginación (sin duda un tímido avance de lo que supondría el retorno del clasicismo). Francçois de Malherbe fue el primero de este grupo de artistas, cuya obra desembocaría en la creación de la Academia Francesa y el inicio de la imitación de los clásicos.
En cuanto a la narrativa, destacó por encima de todos Cyrano de Bergerac, autor de la Historia de los estados e imperios de la Luna. Antecedente de la ciencia-ficción, aunque de carácter básicamente satírico, sitúa la acción en la luna y la puebla de curiosos seres imaginarios.
Por otra parte, Madame La Fayette se adelantó a su tiempo escribiendo una novela, La princesa de Clèves, de carácter realista y llena de introspección psicológica.
Pero, sin duda, fue el teatro el género más marcadamente barroco, sin duda gracias a la afición que sintió por él Luís XIV y toda su corte. Bajo su mecenazgo escribieron algunos de los más brillantes dramaturgos de Francia, como Pierre Corneille, Jean Racine y Molière. De todos ellos Molière fue el que escribió otras de carácter más original. Aunque empezó como comediante y escribió obras satíricas cargadas de una fortísima crítica social, su estilo fue haciéndose cada vez más sobrio, hasta acabar componiendo obras de estilo más sereno y serio pero con el mismo carácter polémico. Sus obras maestras fueron Tartufo, un ataque despiadado hacia la hipocresía religiosa; Don Juan, y El misántropo.