El estudiante de Salamanca, de Espronceda
Hoy, en nuestra sección de literatura, nos centramos en el estudio de una de las obras más relevantes de la poesía española del Romanticismo que se desarrolla durante el siglo XIX, estamos hablando de la obra El estudiante de Salamanca del conocido escritor romántico José de Espronceda.
En el año 1836 José de Espronceda comienza la escritura de su obra poética El estudiante de Salamanca. Ya en ese mismo año, aparecieron los primeros versos de la composición en el periódico El Español; un año después, en 1837, es la revista Museo artístico y literario el medio que difunde la primera parte de la obra. Y ya en el año 1840 aparece la versión completa.
Los críticos normalmente señalan que El estudiante de Salamanca acumula una serie de temas y asuntos propios de la tradición literaria; como, por ejemplo, la mujer que se vuelve esqueleto, el mito del don Juan, lo espectral y la contemplación del entierro de uno mismo. A pesar de la coincidencia de motivos y temas con otras obras, El estudiante de Salamanca revela su originalidad e identidad propia en su carácter rebelde y satánico reflejo de la personalidad del autor. Para muchos críticos literarios este poema es la obra en la que Espronceda alcanza la perfección.
El estudiante de Salamanca transmite de un modo certero la visión romántica de la propia existencia característica del siglo XIX. El hombre no se resigna y se muestra rebelde ante Dios por el anhelo de conocer los misterios que encierra la vida, lo que le lleva directamente hacia el fin, hacia la muerte.
En este poema, Espronceda cuenta la historia de Don Félix de Montemar, que se empeña en conseguir el amor de Doña Elvira, pero que tras haberla enamorado la abandona. La mujer ante este hecho enloquece de amor y acaba muriendo. Ante tal situación, el hermano de Doña Elvira, Don Diego, reta a Don Félix a un duelo; y, de nuevo, el protagonista sale victorioso al dar muerte a su contrincante. En ese momento, Don Félix ve a una mujer con blancos ropajes y comienza a perseguirla y emprende un camino lleno de alucinaciones el que entierros, incluido el suyo propio, el cementerio, esqueletos, una boda macabra entre la mujer y Don Félix, etc. le conducen a la muerte.
El estilo empelado por Espronceda en la creación de esta magnífica obra manifiesta una gran expresividad gracias a un lenguaje efectista y grandilocuente que lo separan radicalmente del clasicismo imperante en el siglo XVIII. El ritmo del poema constituye una hermosa sinfonía y las imágenes nocturnas, misteriosas, llenas de tremendismo crean una gran fuerza visual, una visión pictórica del ambiente. Además, el poeta empela una gran cantidad de recursos o figuras retóricas como el paralelismo, la antítesis, la aliteración y, sobre todo, la comparación y la metáfora para presentar todo ese mundo tétrico y lúgubre. En cuanto a la adjetivación, hemos de decir que es muy abundante, ya que un solo sustantivo puede acumular varios adjetivos.
Esperamos que este artículo te haya animado a la lectura de esta obra representativa.