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El indigenismo

Publicado por Aroa Plaza

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El indigenismo es considerado por parte de algunos críticos como un resquicio del pasado que no tendría nada que ver con las nuevas tendencias que aparecen en la segunda mitad del siglo XX. Durante el siglo XIX se habla de novela indianista y el término indigenista no empezará a utilizarse hasta finales de ese mismo siglo. El primer término literario empleado es indianismo, este surge en las crónicas y alude al buen salvaje, esto pasará al siglo XVIII francés (donde destaca la figura de Rousseau), aunque ya con anterioridad aparecerá este tópico como por ejemplo podemos ver en los escritos de Montaigne y seguirá extendiéndose en Francia hasta el siglo XIX. En el mundo hispanoamericano esos personajes que salen en los libros de Chateaubriand, por ejemplo, los podemos encontrar en obras como Guatimozín, último emperador de México de la escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda o Cumandá de Juan león Mera. Las novelas indianistas en los países de América tienen un toque distinto, puesto que la realidad estaba mucho más cercana. El indigenismo hará, pues, referencia a la protesta contra la realidad en la que se encuentra el indígena, que es tremenda y hay que enmendarla. Los autores tomarán una postura de defensa y hablará de lo que es mejor para los indígenas, pero la mayoría de escritores son blancos, suelen tener poder económico y consideran su cultura superior a la indígena; por tanto, estos autores no serán tan buenos defensores del indígena. El indigenismo también estará presente en las crónicas de Indias del padre Las Casas o en los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega.

En el siglo XVIII, época en que estaba prohibida la obra del Inca Garcilaso, se produce la sublevación de Túpac Amaru y el indigenismo se recupera desde el punto de vista de borrar su cultura. Aparece en las zonas de mayor presencia indígena como Perú, donde surgen novelas como El padre Orán de Narciso Aréstegui, que marca la triada opresora del indio: el gobernador, el cura y el juez. Estos tres poderes serán los que manejan el mundo indígena y podemos verlos bien reflejados en la obra Aves sin nido (1888) de Clorinda Matto de Turner, novela de corte sentimentaloide considerada la primera obra indigenista como tal.

En el indigenismo, el paso más importante se produce a partir de 1920-30 ya con ciertas ideas comunistas y socialistas y, también, con la llegada de las vanguardias artísticas. José Carlos Mariátegui elabora toda una serie de ideas como solución a los problemas del Perú. Defiende a los indígenas frente a la corriente hispanófila de defensa exclusiva de lo español. Plantea que el problema es económico, pero que además entran en juego otros muchos factores, y es que el indígena despojado de sus tierras ya no es nadie. En 1928 publica Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, donde defiende que Perú no puede alejar a los indígenas.

Con el tiempo, la etiqueta de indigenismo se queda obsoleta y empieza a hablarse de neoindigenismo, que se diferencia principalmente en una visión socializante del indígena, como podemos ver en las obras de autores como Ciro Alegría o López Albujar. Pero, aún así, seguirá existiendo una perspectiva fuertemente positivista y con tintes racistas como se observa, por ejemplo, en Raza de bronce del autor Alcides Arguedas.

Actualmente se rechazan muchas ideas de principios del siglo XX, que ciertamente eran racistas, pero es en esa época es también donde encontramos la figura del autor José María Arguedas, quien nos mostrará el mundo indígena desde su interior y que estudiaremos en el siguiente artículo.