La novela de la revolución mexicana
Adelantando a la revolución soviética, la revolución agraria y social mexicana fue la primera en producirse durante el siglo XX. Los aspectos que marcaron esta revolución fueron su carácter nacionalista, agrario, claramente anticlerical, socializante y, por supuesto, reformista. Con ella se alcanzaron los siguientes logros:
1. Que el país se convirtiera en el interés principal de las gentes que lo poblaban.
2. Que la conciencia de mexicanidad y la integración nacional aumentaran considerablemente.
3. Que se recobrara la figura del indígena como una figura importante dentro de una sociedad plural.
Esta revolución buscó, ante todo, cubrir las necesidades básicas e inmediatas del pueblo mexicano como el alimento, el empleo, la educación, la vivienda o la sanidad.
Las novelas que se centran en la revolución tratan de responder fundamentalmente la siguiente pregunta: ¿cómo se llevó a cabo la revolución? En general los autores de este tipo de novela no son imparciales y su visión subjetiva y localista irrumpe en el texto. No ocultan la ferocidad de la lucha ni pretenden ensalzar a la categoría de héroes a los integrantes de las tropas. Respecto a los resultados obtenidos en la revolución, los escritores muestran una actitud escéptica y piensan que las tierras no van a pasar a manos del pueblo sino que caerán en manos de los poderosos terratenientes. De ahí, el fatalismo que impera en estas novelas. Además, buscarán en el indígena la naturaleza de lo mexicano y rechazarán la herencia colonial recibida.
Tras el momento de mayor violencia, surge en los escritores la necesidad de narrar lo que allí ha ocurrido y así la novela de México se transforma en la novela de la revolución.
Podemos destacar algunos nombres de escritores que centraron su producción en la revolución mexicana como por ejemplo: Martín Luis Guzmán, José Rubén Moreno, Nellie Campobello, Francisco L. Urquizo, Gregorio López y Fuentes, José Vasconcelos o Rafael F. Muñoz. Como ya hemos mencionado anteriormente, esta revolución fue eminentemente agraria y por ello muchos de los escenarios donde se desarrolla la acción de las novelas son paisajes rurales y sus protagonistas los habitantes que los ocupas, teniendo así especial importancia el folclore, la lengua rural, la religiosidad, su vida y su muerte.
El escritor Mariano Azuela escribió la obra más representativa de esta novela: Los de Abajo, en 1915. En ella, el escritor cuenta sus vivencias y ofrece una epopeya mexicana en la que héroes, reales o ficticios son los protagonistas. Se trata de una historia circular, comienza y termina en el mismo espacio, y su estructura está dividida en tres partes.
Otras obras dignas de mención de este autor son: Andrés Pérez, maderista; Los caciques; Las moscas, Las tribulaciones de una familia decente; El desquite; La luciérnaga; Avanzada; Nueva burguesía; y La marchanta, todas ellas escritas entre los años 1911 y 1944. Además existen otras dos obras que fueron publicadas póstumamente: La maldición, de 1955, y Esa sangre, de 1956.
A medida que el tiempo ha ido pasando se han ido añadiendo nombres a la lista de autores de la revolución mexicana como por ejemplo: Juan Rulfo, Agustín Yañez, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska u Octavio Paz, entre otros.