La novela azoriniana (II)
En este artículo, continuaremos exponiendo el tema que iniciamos ayer, que puedes consultar pinchando en el siguiente enlace: La novela azoriniana. Tras ver los temas fundamentales que aparecen en las páginas de sus libros y la originalidad de sus novelas como uno de los aspectos fundamentales de su aportación a la historia de la literatura española, hoy profundizaremos en algunos de los títulos que componen su obra.
Azorín inicia su exitoso camino en la narrativa con una trilogía compuesta por las obras La Voluntad, escrita en el año 1902; Antonio Azorín, compuesta un año después, y Las confesiones de un pequeño filósofo, fechada en 1904.
Dentro de esta trilogía, y de la literatura del momento en general, la novela La Voluntad se muestra como obra referente de la innovación técnica y estructural de la novela azoriniana. A partir de esta obra, nacerá un nuevo concepto, este será el de novela impresionista. En ella, salvo el protagonista, los personajes no poseen realmente una consistencia importante; la linealidad temporal en el argumento se pierde y resulta inexistente, además el espacio se convierte en un mapa que no refleja detalles topográficos sino sentimientos. En cierto modo, de esta forma Azorín se adelanta a la novela lírica y a la de vanguardia por una parte, e introduce, por otra, ciertos elementos que entroncan con la novela pedagógica en tanto que expresa pensamientos acerca de la situación de crisis ideológica de fin de siglo que sufre su país, España. Esta obra es, además, un canto triste que entronca con los estoicos y su filosofía.
Después de la publicación de la famosa trilogía, Azorín compone otra serie de obras que ya no poseen ese carácter autobiográfico del que gozaban sus anteriores creaciones. Encontramos, en esta segunda fase, las novelas Don Juan, escrita en el año 1922, y Doña Inés, que data del año 1925. En la primera de estas obras la intriga, las circunstancias que rodean el asunto central, el paisaje, etc. se hallan ausentes. En la segunda, se emplea la descripción hasta el último detalle, lo que hace conocer el ambiente, el tiempo y el espacio en el que se mueven los personajes de una obra con una acción casi inexistente.
La producción narrativa de este autor, que hoy es objeto de estudio para nosotros, no acaba aquí. Entre otras obras nacidas de su pluma, algunas de las obras que podemos citar son las siguientes: El caballero intelectual, El escritor, María Fontán o Salvadora de Olbena, que no variarán su sentido estético de la narración pero supondrán un acercamiento a un experimentalismo innovador que en ocasiones resulta confuso para el lector, pero que sale victorioso gracias a la minuciosidad con la que Azorín dotaba a sus descripciones y pensamientos.
Hasta aquí llegan nuestras reflexiones sobre la producción novelística de uno de los grandes autores de la conocida Generación del 98, José Martínez Ruiz, Azorín. En otra ocasión, abordaremos la producción ensayística, que también es relevante en la carrera literaria de este autor y es merecedora de un artículo en la sección de literatura de nuestro blog, La Guía 2000.