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Reacción a la novela naturalista

Publicado por Aroa Plaza

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En el artículo de hoy nos encargamos de revisar la reacción a la novela naturalista que se produjo en la literatura española de la primera mitad del siglo XX. Para ello, estudiaremos tres vertientes que tomo la novela en aquella época:

1. La novela tradicional.

Llamada, por algunos, novela espiritualista, esta novela realista con cierta moralidad que se inspira en la tradición clásica se enfrenta directamente a la novela naturalista. Aunque se aparten de la Generación del 98 en cuanto a su formación de carácter ortodoxo, los escritores de este tipo de novela comparten con el noventa y ocho la visión pesimista y el sentimiento de fracaso que se cierne ya sobre la sociedad.

Ricardo León Román es uno de los novelistas que toma este camino. Sus obras se hallan repletas del colorido y la sonoridad que le proporciona el lenguaje empleado, pero la insistente imitación de los clásicos dota a sus novelas de un aire de presunción que las llena de falsedad. Un aspecto que le separa del resto de escritores es su defensa de la tradición cristiana e histórica del país. Sus obras más destacables son las siguientes: Europa trágica, Casta de hidalgos, El amor de los amores, la trilogía Bajo el yugo de los bárbaros, Roja y gualda y Cristo en los infiernos. Aunque hoy su nombre no sea muy conocido, hemos de decir que la segunda y la tercera década del siglo XX alcanzó un gran éxito como novelista católico.

2. La novela regionalista.

Concha Espina, nacida en Santander, escribió un tipo de novela denominada regionalista. Comenzó su carrera literaria con la obra La niña de Luzmela, obra poética e intimista. En 1913, escribe ya una novela plagada de sabiduría, La esfinge maragata, en la que utiliza un lenguaje lleno de expresividad para relatar la vida y el ambiente del páramo leonés. Altar mayor cuenta una historia de amor que tiene como escenario el santuario de Covadonga y El metal de los muertos habla de las injusticias que se producen en las minas de Riotinto.

3. La novela humorística.

En la primera mitad del siglo XX, encontramos un tipo de novela que puede ser nombrada como humorística. Un ejemplo de ello es la novela El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez, donde la naturaleza y los personajes están tratados con lirismo, amabilidad, piedad y amor. En ella las plantas y los animales aparecen humanizados y conviven con esos personajes humanos fracasados que habitan la fraga gallega. Aunque este autor logró un notable éxito con otras obras que presentaban un tipo de humor muy cercano al absurdo, ninguna de ellas mostró la sutilidad y el humor escéptico de la citada anteriormente. Algunos títulos son: El malvado Carabel, Volvoreta, El secreto de Barba Azul o Las siete columnas.

Enrique Jardiel Poncela, más conocido por su obra dramática, es también un notable escritor de novela humorística. Con su ingenio y dominio del lenguaje presenta en sus obras sucesiones de hechos absurdos e incoherentes, que en algunas ocasiones pueden llegar a desesperar a algún lector. Algunas de sus novelas son: Amor se escribe sin hache, ¡Espérame en Siberia, vida mía!, Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgnes? o La tournée de Dios.