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El rayo que no cesa

Publicado por Aroa Plaza

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En el artículo de hoy nos centramos en el libro El rayo que no cesa, el segundo libro de Miguel Hernández que se imprimió. La obra vio la luz en el año 1936, pero su composición data de los años 1934-1935. Según expresa el propio autor en el prólogo, ese rayo incesante no es otra cosa que la misma muerte; después de esa advertencia encontramos un libro formado por veintisiete poemas que pueden ser separados en dos grupos compuestos por trece poemas cada uno. El poema que separa una y otra parte es la conocida silva asonantada “Me llamo barro aunque Miguel me llame”. En cuanto a los sonetos que aparece en el poemario podemos destacar algunos como los siguientes: “Te me mueres de casta y de sencilla”, “Como el toro he nacido para el luto” o “No me conformo, no: me desespero” y, cómo no, hemos de citar la prodigiosa Elegía a Ramón Sijé, aunque ya había sido publicada anteriormente en la Revista Occidente. Tal era la amistad que unía estos dos hombres que en vida de ambos se prometieron que el primero en morir sería enterrado en una tumba cavada por el otro. Ramón murió la Nochebuena del año 1935 y el destino quiso que Miguel llegara cuando Ramón ya había sido enterrado; el poeta, en su intento de cumplir la promesa hecha a su íntimo amigo, quiso desenterrarlo y cavar una nueva tumba, pero finalmente lograron convencerlo para que cejase en su propósito. Después de la elegía, aparece en el libro un soneto final que cierra el libro y en el que se fusionan los dos temas que predominan en el libro: la muerte y el amor.

Ya que la Elegía a Ramón Sijé es una de las mejores composiciones de Miguel Hernández, enlicémosla con más detenimiento:

Para entender mejor ese sentimiento contradictorio que circula por el poema proporcionado por la muerte de su amigo, veamos qué relación les unía: Ramón Sijé era un hombre de Orihuela, lugar de nacimiento de Miguel, que se movía en los ambientes católicos y de ideas tradicionales, rasgos que podemos ver en la primera poesía de Miguel Hernández. Ambos estudiaron en el colegio de los Padres Jesuitas destinado a alumnos con pocos recursos y, también, trabajaron juntos; puesto que Miguel colaboró en la revista El Gallo Crisis, que había sido fundada por Ramón. Además, la obra de Miguel Hernández Perito en lunas fue prologada por Ramón.

Cuando Miguel se traslada a Madrid siguen manteniendo el contacto a través de cartas, pero el autor de El rayo que no cesa sufre una crisis religiosa y da un giro a su poesía centrándose en lo trágico de la muerte como podemos observar en este libro. Colaborará en la revista Caballo verde para la poesía, del escritor Pablo Neruda, y se acercará a las ideas comunistas. Cuando en diciembre de 1935 le sorprende la muerte de su amigo, Miguel se halla inmerso en un mar de emociones que le suponen una gran sacudida, ya que su amistad, que había sido tan estrecha, había ido menguando debido a las diferencias de carácter ideológico. Entonces, junto al dolor se manifiestan otro tipo de sentimientos como la angustia y el remordimiento y la manera que Miguel encuentra para calmar esos sentimientos es revivir poéticamente a su amigo en una elegía emocionada y tremendamente desgarradora. Así, el poeta se dirige a su amigo de tú en una especie de diálogo y acusa a la muerte de haber robado a su gran amigo. La elegía está compuesta por tres partes:

1. Siete primeros tercetos: aceptación del suceso y expresión del sentimiento de impotencia que genera la muerte.

2. Cuatro tercetos siguientes: rebelión ante la muerte.

3. Últimos cinco tercetos: se sublima la realidad a través del convencimiento de que su conversación seguirá en un mundo ideal.