El romanticismo inglés: la poesía
En lo que se refiere a la poesía, hemos de destacar a James Thomson, que anticipó en sus poemas algo que sería común a todo el movimiento romántico posterior: la idea del paisaje como un estado de ánimo. Edward Young, en su poema Las noches, introdujo otro rasgo característico: el ambiente nocturno y tenebroso tan propio del romanticismo.
Aunque ellos fueron los precursores del movimiento, no hay duda que el poema clave en esta especie de evolución es la Elegía escrita en un cementerio de aldea, de Thomas Gray. Los tres poetas, Thomson, Young y Grey, se anticiparon al sentir romántico sin abandonar por ello los postulados clásicos de la Edad Augusta, sin perder el modelo de Pope. La razón y el equilibrio aun controlan, en estos poemas, la furia y la fuerza del sentimiento romántico.
Progresivamente fueron surgiendo nuevas poetas que iban acentuando su sentir romántico. Uno de los primeros fue Christopher Smart, cuyo Cántico a David, según cuentan, fue escrito en las paredes de la celda del manicomio en el que estaba recluido, rascando con una llave en la pared ya que no disponía de papel ni de pluma.
A pesar de no romper con la estructura formal clásica, Smart introdujo ciertas novedades como la fantasía y el juego verbal, anticipando, en cierta forma, a William Blake. Una tendencia creciente fue sin duda el interés por la Edad Media, que tuvo en la figura de Thomas Chatterton uno de sus episodios más anecdóticos y trágicos. En efecto, Chatterton inventó un inglés arcaico, con el que trató de escribir poemas que intentaba hacer pasar como antiguos. Al principio tuvieron un éxito estupendo, pero cuando se descubrió el engaño Chatterton se suicidó. Con tan sólo 18 años.
En cualquier caso, la primera gran figura del período fue William Blake (a quien vemos en la imagen), que de oficio era grabador. Su obra ha pasado a la posteridad por su imaginería y simbología cuasi bíblicas, por su religiosidad íntima y personal, y por un realismo social casi cercano a la protesta. Todos esos rasgos también se manifestaron en sus grabados, que se convirtieron después en auténticos iconos del movimiento romántico.
Desde muy joven había aprendido Blake el oficio de grabador, al que a dedicó toda su vida sin lograr, paradójicamente, ser reconocido como un artista por sus coetáneos. En la poesía, buscó apartarse de la corriente neoclasicista dominante en la época, y lo consiguió merced a sus experimentos con las rimas, el ritmo y los símbolos. En el año 1789 publicó Canciones de la inocencia, donde unió la poesía con sus grabados. Cinco años después lanzó Canciones de la experiencia, donde habló de la desilusión que le produjo la Revolución Francesa a través de metáfora sobre la destrucción de la inocencia por parte del hombre y la sociedad. Destacan, en esa genial obra, los poemas La rosa enferma o el célebre El tigre, que simboliza la belleza y el terror.