El Vanguardismo (II)
Continuamos abordando el repaso a la corriente literaria conocida como «Vanguardismo» en la entrada de hoy.
Dadaísmo:
Siendo una corriente más incluida en el movimiento vanguardista, propone la abolición de toda norma estética ya fijada. Lleva la imaginación hasta límites extremos y acaba violentamente con el sentido común.
La corriente dadaísta surgirá en el año 1916, durante las reuniones artísticas que se producía en el Cabaret Voltaire de la ciudad suiza de Zurich. Al intentar nombrar a un padre de dicha corriente, aparecen dos nombres incontestables: el rumano Tristan Tzara y el alemán Hugo Ball.
En cuanto al origen del nombre, es verdaderamente incierto, pues los mismos artífices del dadaísmo, se muestran de una manera intencionada desinteresados en aclarar su significación.
Una de las teorías, asegura que fue T. Tzara quien abriendo al azar un diccionario buscó la palabra más absurda que encontró al hojearlo, tomando «dadá»: caballito de madera en lengua francesa. Si bien, el empeño de los dadaístas va más allá del vocablo que de nombre al antiarte. Para ellos lo importante es romper con cualquier regla existente, no en vano, los cambios sociales que la Primera Guerra Mundial está produciendo, crea el sentimiento común de que lo anteriormente vigente ha dejado de ser útil.
Algunos de sus máximos exponentes fueron:
Tristan Tzara, Hugo Ball y Jean Arp como fundadores ideológicos de la corriente DADA.
Marcel Duchamp, André Bretón, Max Ernst o Kurt Schwitters pueden completar la lista de artistas aferrados al dadaísmo.
Surrealismo:
Tomando como base el dadaísmo, surge un nuevo -ismo en 1917 de la mano del francés André Bretón, aunque se toma como cierto que fuese nombrado como tal por Guillaume Apollinaire.
Bretón se basa en las teorías del psicoanalista Sigmund Freud y del autor francés Alfred Jarry -considerado precursor del teatro absurdo con Ubú Rey- para partir de la subconsciencia individual como origen mismo del arte. Bretón y Soupault abogan por una escritura automatista como reflejo mismo del individuo, alejado de la conciencia que obra en pro de la realidad, falacia social. Tras someterse a una sesión de escritura autómata, A. Bretón escribirá: «La verdad se apoya en los juncos matemáticos del infinito y todo avanza al mando del águila ecuestre, mientras el genio de las flotillas vegetales golpea en sus manos y el oráculo es revelado por peces eléctricos fluidos.» (Pez soluble, 1924)
Bretón, Soupault, Aragon, Éluard, pueden servir como exponentes de la corriente literaria del surrealismo.
Por último, revisaremos la corriente del Ultraísmo, si bien son numerosas las corrientes literarias que se han incluido en uno u otro momento bajo el paraguas del vanguardismo, teniendo por supuesto relación directa con otras artes como la pintura o la fotografía.
Ultraísmo:
Bajo el amparo del futurismo y con la clara intención de romper para siempre con el modernismo previo, nace en España esta corriente literaria, que más bien podríamos centrar en la poesía.
De la mano del escritor Rafael Cansinos Assens, nace una tertulia literaria con carácter itinerante que verá la luz en la capital española en el Café Colonial.
Como para todas las corrientes previas, existió un manifiesto ultraísta que reivindicaba el papel de los artistas jóvenes. Se publicó «Ultra. Un manifiesto de la juventud literaria», en 1919.
Promueve, como el resto de vanguardismo, la primacía de la estética sobre el contenido, tomando como temática la revolución tecnológica de la época, la ruptura con la rima todopoderosa, la abolición de elementos ornamentales excesivos.
El mismo Rafael Cansino Assens, Gerardo Diego o, posteriormente, Jorge Luis Borges (afincado en España en la década de los 20) forman parte de dicho círculo literario