La literatura árabe, de El Corán a Las mil y una noches
La literatura árabe, de cuya época preislámica ya nos hemos ocupado, dio un verdadero giro copernicano con la aparición del profeta del Islam, Mahoma. Nacido en la ciudad de La Meca en el año 570 (de la era cristiana) Mahoma comenzó a predicar su mensaje y se basó, para ello, en las tradiciones judías y cristianas. Cuando murió, sus seguidores pusieron por escrito sus revelaciones, dando forma al libro sagrado de los musulmanes, el Corán.
El Corán está dividido en 114 capítulos (también llamados suras), que fueron compilados unes veinte años después de la muerte de Mahoma. Si bien el Corán tuvo y sigue teniendo, como todos sabemos, una importancia capital en la religiosidad de todo el mundo musulmán, aquí debemos centrarnos en lo que aportó y supuso para la historia de la literatura. Se presentan en él numerosas leyendas que han tenido después una enorme repercusión. Por ejemplo, la leyenda de los siete durmientes (de origen cristiano), que cuenta la huda de siete jóvenes cristianos debido a la abjuración impuesta por el emperador Decio.
Sin embargo, la que seguramente fue la mayor repercusión que tuvo el Corán para la literatura posterior fue que, al estar escrito en árabe, esta lengua se convirtió en la más usada en todas las tierras conquistadas por los musulmanes, que no fueron pocas. Así, de Bagdad hasta Córdoba, de Damasco a Tombuctú, el árabe se convirtió en el principal vehículo del conocimiento, se formaron escuelas, se desarrollaron ciencias y, cómo no, se escribieron obras literarias. Adquirieron importancia algunos géneros concretos, como el historiográfico y el relato breve. Una de la sprimeras grandes obras en esta lengua fue la traducción del Panchatantra, escrito en sánscrito, que se vino a llamar Calila y Dimma. A finales del siglo X, el escritor Badí al-Azmán al-Hamadaní reunió una colección de cuentos a la manera de la literaa sánscrita, y los redactó de forma culta, lo que contribuyó a fijar el género y sus formas recurrentes. Incluso se les dio un nombre propio: a partir de entonces, a estos relatos se les llamó macama.
Esta colección del siglo X fue el paso previo al conjunto de relatos más colosal y fascinante de toda la literatura árabe: Las mil y una noches. Esta obra, cuyos relatos fueron despreciados por los sabios musulmanes, sobrevivió a lo largo de los años gracias a la transmisión oral, lo que no impidió que tuviera una gran trascendencia en otras muy diversas obras. Sus cuentos están pensados no para moralizar ni educar, sino para divertir y entretener. Tratan de aventuras, de luchas contra seres superiores y de relaciones amorosas. Pero tienen un argumento principal que actúa de hilo conductor y excusa para introducir cada uno de ellos: un rey ordena a sus súbditos que le entreguen diariamente a una doncella, a la que mata después de pasar con ella la noche. Así se cumple hasta que una de estas doncellas, Scherezade, la más culta e inteligente de todas, despierta la curiosidad del soberano contándole cada noche una historia que deja interrumpida al amanecer, de modo que el rey, ansioso por conocer el final, tiene que esperar a la noche siguiente para que se le desvele el desenlace. Así sucede durante mil noches, hasta que el rey se enamora de la doncella y la convierte en su esposa.
La fabulosa doncella mantuvo entretenido al rey con cuentos que hoy son conocidos por todos: Alí Baba y los cuarenta ladrones, Aladino y la lámpara maravillosa, Simbad el marino, etcétera. La mayoría inspiraron después libros, cuentos, relatos y, en épocas más recientes, incluso películas de cine.