La poesía en el reinado de Felipe V
En La Guía 2000, dedicaremos este artículo y el siguiente a la poesía desarrollada durante el reinado de Felipe V. Su reinado abre la historia oficial del siglo XVIII, pero el cambio no hasta comienza el año 1686 con la renovación del estudio de las ciencias, que fue llevada a cabo por los “novatores” en el reinado de Carlos II. En la poesía no hay esa renovación pero sí que es conveniente poner en cuarentena el manido concepto de decadencia. El poeta de la corte de Carlos II fue Bances Candamo. Fue en este contexto en donde nacen una serie de iniciativas muy importantes para el siglo XVIII. Este autor explica que la corte de Felipe V, lejos de adoptar una nueva literatura, se queda con el arte poético de la corte de Carlos II, que no es tan decadente como se ha querido hacer ver.
En la España del siglo XVIII se reproduce el modelo de la España señorial donde los autores son reconocidos y protegidos por los grandes señores. Estos autores daban magnificencia a su protector. Este modelo no desaparecerá con la dinastía borbónica. España es refractaria al cambio, pues el orden señorial no desaparece hasta bien entrado el siglo XVIII, de tal manera que la mínima burguesía española aspiraba a tener el estilo de vida aristocrático e incluso a poseer títulos nobiliarios.
La corte atrae a todo un grupo de literatos que se dedican a reproducir modelos que habían tenido éxito en la época de los Austrias, de tal manera que nos encontraríamos con una poesía laudatoria que utiliza los mismos tópicos y formas que en épocas anteriores.
Lo que se verifica con Felipe V es un mantenimiento de las estructuras anteriores, con excepciones como Luzán. Nos encontramos, por tanto, con literatos vinculados a la corte personal y profesionalmente y que encarnan la defensa de los valores señoriales: cristianismo, defensa del orden establecido, etc.
Uno de estos escritores será Gabriel Álvarez de Toledo. El conocimiento de las buenas letras le llega desde muy joven por tener por vía materna a la familia de los Pellicer. Tras una vida licenciosa, se convierte en todo un erudito en lengua, historia, filosofía y teología. Es uno de los ocho fundadores de la RAE y se ocupa del estudio de las crónicas castellanas del siglo XIII al XV.
De Álvarez de Toledo conservamos una serie de manuscritos publicados treinta años después de su muerte. Su poesía está cargada de tópicos barrocos que incluso hunde sus raíces en la Edad Media y la teología de la Pasión, pues en el siglo XVIII se extiende la idea de que la presentación al vivo de los sufrimientos de Cristo sirve para que el creyente reflexione. Este es el leitmotiv del arte hasta bien entrado el XIX. Esto se convierte en un lugar común de la vida religiosa del XVI y del XVII. También se poetiza la pasión de Cristo, tal como hicieron Lucas Fernández, Juan del Encina, etc., y tiene un enorme éxito en España. Lo que Álvarez de de Toledo aprovechará para tener mayor reconocimiento.
Su obra más conocida La Burromaquia, de tono jocoso, está en relación con la tradición jocosa de los burros. Es una degradación de los tópicos gongorinos.
Además de Álvarez de Toledo, otros poetas destacados de la época incluyen a Ignacio de Luzán, cuya obra La Poética se considera un hito en la literatura española del siglo XVIII. Luzán, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, abogaba por una renovación de la poesía, alejándose de los tópicos barrocos y buscando una mayor simplicidad y naturalidad en la expresión poética.
Otro poeta notable fue José Cadalso, cuyas Noches lúgubres son consideradas una de las obras maestras de la literatura española del siglo XVIII. Cadalso, al igual que Luzán, buscaba una renovación de la poesía, pero su enfoque era más radical, incorporando elementos del Romanticismo, un movimiento literario que aún no había llegado a España.
En el ámbito de la poesía religiosa, destaca la figura de Fray Diego Tadeo González, cuyos poemas se caracterizan por su profunda devoción y su rica imaginería religiosa. González, al igual que Álvarez de Toledo, se inspiró en la Pasión de Cristo, pero su poesía también refleja una profunda preocupación por los problemas sociales de su tiempo.
En resumen, la poesía del reinado de Felipe V se caracteriza por su continuidad con las tradiciones literarias del siglo XVII, pero también por los esfuerzos de algunos poetas por renovar la poesía y adaptarla a los cambios sociales y culturales de su tiempo.