Literatura dominicana
Cuando hablamos de literatura dominicana nos estamos refiriendo al conjunto de producciones literarias nacidas dentro del territorio de la República Dominicana, pero también a todas las producciones escritas por autores dominicanos fuera del citado país. Naturalmente, esto incluye no sólo la creación literaria posterior a la independencia del país, sino también a la escrita mientras el territorio aún pertenecía a los españoles.
La literatura colonial no es diferente a la que existió en las demás colonias. No siendo, además, el territorio dominicano una de las colonias más importantes, no es de extrañar que la producción colonial no fuera ni demasiado extensa ni demasiado importante. También es importante recordar que esa literatura estaba destinada en su mayoría a los propios españoles, y compuesta mayoritariamente de crónicas y descripciones de los viajes, los descubrimientos y las conquistas que los invasores iban haciendo.
El propio diario de Cristóbal Colón se cita frecuentemente como «la primera crónica». Entre los cronistas y los primeros escritores coloniales dominicanos se encuentra Cristóbal de Llerena, así como la primera poetisa «americana», Leonor de Ovando.
La literatura propiamente dominicana se inicia, en cualquiera de los casos, cuando el país adquiere su independencia y el deseo de construir una nación se hace fuerte. José Luís Núñez de Cáceres y Juan Pablo Duarte fueron los primeros exponentes de este crecimiento literario, y luego les sucederían autores como José Joaquín Pérez, Manuel de Jesús Galván, Nicolás Ureña de Mendoza y Salomé Ureña, hija de este último.
La literatura dominicana ha sido testigo del discurrir de los principales movimientos literarios de la época contemporánea. Una vez independiente y «abierto» al mundo, los autores dominicanos empezaron a impregnarse del romanticismo, primero, y después del realismo y de las vanguardias, que marcaron la producción novelística y poética, fundamentalmente, aunque también el teatro y el ensayo se hicieron un hueco.
Las novelas recibieron un impulso en sus inicios gracias a la extensión de la obra del francés Víctor Hugo, aunque poco a poco los autores dominicanos fueron desarrollando un estilo más genuino y propio. Así, fueron pasando las llamadas «novelas de la caña», luego las «novelas bíblicas» y finalmente las «novelas costumbristas».
Gracias al aporte de Juan Bosch, escritor y presidente de la República Dominicana, el cuento ha tenido durante mucho tiempo aún mayor implantación que la novela en el país. Bosch dividió su obra entre los «Cuentos escritos antes del exilio» y «Cuentos escritos durante del exilio», recopilación que más adelante amplió y que marcó profundamente al resto de cuentistas dominicanos.