Novela erótica de principios del siglo XX
En este artículo haremos un breve repaso de lo que fue la novela erótica, que provenía del naturalismo, escrita en la primera mitad del siglo XX. Este tipo alcanzaría un notable éxito pues encontró en aquellos seguidores de la novela por entregas y a los escritores del Cuento semanal el público ideal. Quizá el escritor más representativo de este tipo de prosa sea el extremeño Felipe Trigo Sánchez, quien escribió algunas obras como Las ingenuas, del año 1902, obra en la que hace una defensa del amor libre entre un distinguido joven llamado Luciano y Flora, su hermana política. En Las Evas del Paraíso, escrita en 1909, el argumenta que la promiscuidad ayuda al hombre a librarse de los convencionalismos a los que la sociedad le somete. Otra de las obras de este autor perteneciente a este género es El médico rural, de 1912, que transcurre en el campo andaluz y que cuenta con algunas pinceladas autobiográficas ya que Felipe Trigo antes que escritor fue médico. La obra más exitosa del escritor es la titulada Jarrapellejos, que vio la luz por primera vez en 1914 y que fue reeditada hace algunos años. En ella, lo erótico se funde con lo social para criticar el caciquismo de una sociedad déspota. En el pasado, este escritor estuvo considerado un autor pornográfico; pero, a día de hoy, se le reconoce como un novelista postnaturalista con tintes eróticos que presenta una técnica cada vez más depurada. En el año 1916, cuando gozaba de gran popularidad, Felipe Trigo acabó repentinamente con su vida.
Pero, Felipe Trigo no fue el único autor que escribió novela erótica durante aquella época, veamos qué otros autores alcanzaron también el reconocimiento del público: El madrileño Antonio de Hoyos y Vinent era un hombre culto perteneciente a la aristocracia que en su escritura empleaba un preciosismo que se acercaba mucho al modernismo y al decadentismo de la literatura francesa. En sus obras observamos también la unión de lo erótico y lo social. Algunas de sus obras más respetadas son: Las lobas del arrabal, El pecado y la noche, La vejez de Heliogábalo o El crimen del fauno. Alberto Insúa, escritor que inició su camino con una obra llamada La mujer fácil escrita en 1910 y se afianzó en el año 1922 con la novela El negro que tenía el alma blanca. Otro autor dedicado a la novela erótica fue José María Carretero Novillo, quien firmaba sus obras bajo el pseudónimo de El Caballero Audaz. En este caso, en las páginas de los libros se fusionaba erotismo y el sentimentalismo. La bien pagada y El ángel de la traición fueron algunos de los títulos que hicieron conocido a este autor. Por último, nombramos a Pedro Matas, escritor que se decantó más por lo sentimental que por lo erótico y que logró un notable éxito con obras como Corazones sin rumbo o Un grito en la noche, que cuenta con una madre y una hija como protagonistas que caen rendidas ante el mismo hombre.
Al leer la novela erótica de principios del XX, observamos que raras veces el sexo es tratado de manera explícita y que lo que en aquel momento resultaba pornográfico a día de hoy jamás sería juzgado de tal modo.