Poesía religiosa del siglo XVI (II)
Hoy continuamos el estudio de la poesía religiosa del siglo XVI que iniciamos en el artículo anterior. En esta ocasión, nos encargamos de la Mística.
– La Mística.
Una vez vista la corriente religiosa del Ascetismo, nos centraremos ahora en el mundo poético de la Mística.
En la corriente anterior vimos como los autores buscaban constantemente el perfeccionamiento del alma, en la Mística lo que busca el escritor es la plena comunión con Dios, el acercamiento total a Él. Para lograr esta fusión con Dios, en la que alma abandona el propio cuerpo, los místicos emplearan la oración y vivirán la vida de forma contemplativa. Los poetas de esta corriente usarán una estructura muy similar en todos sus escritos y se establecen una serie de fases o vías:
1. Fase o vía purgativa o de renuncia, donde el místico se recoge a orar,no alimenta su cuerpo ni tampoco duerme e, incluso, en algunas ocasiones se produce un castigo corporal.
2. Fase o vía iluminativa, momento en el místico llega a trascender su propio cuerpo a través de un conocimiento que llega a superar a la razón.
3. Fase o vía unitiva, en la que se produce el momento culmen del encuentro con Dios, quien dirige sus palabras directamente al alma del místico.
Los místicos encuentran en la poesía un cauce propio para la expresión de estas experiencias, ya que este género permite al escritor mostrar el lado emocional y plenamente subjetivo del encuentro con Dios. No utilizará un lenguaje complicado, puesto que pretenden ilustrar con un lenguaje sencillo y comprensible una experiencia inusual.
Como principales exponentes de este tipo de lírica podemos citar dos grandes nombre de la literatura escrita en español: Santa teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
En cuanto a Santa teresa de Jesús, diremos que su obras suelen clasificarse según su temática. Veamos algunos ejemplos:
– Obras de corte autobiográfico:
Libro de las fundaciones.
Libro de su vida.
Libro de las relaciones.
– Obras de carácter doctrinal:
Camino de perfección.
Conceptos del amor de Dios.
El Castillo interior, también llamado Las moradas.
Las moradas, ha sido considerada la mejor obra de Santa Teresa y una de las mejores muestras de la Mística en España. Mediante el uso de la alegoría, la autora hace una comparación del alma humana con un castillo que tiene múltiples moradas y entre las cuales en el centro de todas ellas se halla la más importante donde se producen los encuentros del alma con Dios. Las moradas que aparecen en el poema tendrán su correspondencia con las tres fases o vías citadas anteriormente:
– Fase o vía purgativa: tres primeras moradas.
– Fase o vía iluminativa: las tres siguientes a las primeras.
– Fase o vía unitiva: última morada.
Respecto al otro gran representante de la mística en la España de mediado del XVI, San Juan de la Cruz, diremos que su profunda amistad con Santa Teresa de Jesús le sirvió en gran medida a la hora de producir sus textos. La obra de este autor suele dividirse en:
1. Poemas menores: aquellos que el autor escribió en sus inicio en el arte de la poesía y donde recrea temas profanos que son divinizados bajo su pluma. En ellos utiliza versos de arte menor: canciones, romances, glosas, etc. Como podemos ver, por ejemplo, en El pastorcico o en la glosa Vivo sin vivir en mí.
2. Poemas mayores: aquellos en los que San Juan se concentra en el proceso que el alma realiza hasta llegar a la fusión con la Divinidad y que expresa a través del uso de la alegoría. Algunos títulos son: Cántico espiritual, Llama de amor viva y Noche oscura del alma.