Víctor Hugo
Víctor Hugo es, sin lugar a dudas, la figura que dominó el panorama literario francés durante el segundo tercio del siglo XIX. Educado en París, profesó una gran admiración por Virgilio y por los clásicos.
Su carrera literaria empezó en 1819, cuando, con sólo 17 años, ganó los Juegos Florales de Toulouse. Sus primeras Odas recibieron varios premios, y le permitieron casarse. Formó una casa que se convirtió en el centro neurálgico de una nueva generación de poetas. Defendía la nueva literatura, y la libertad, aunque no atacaba de manera frontal el clasicismo.
A partir de 1830, su interés por la política y la religión fueron en constante aumento. Vio, por ejemplo, cómo la monarquía aplastaba la revolución liberal de 1830. Empezó a dudar de muchas cosas, y entre ellas, de la religión. Sin embargo, ello no le hizo perder ni un ápice de su concentración literaria, y en la década siguiente fue nombrado miembro de la Academia Francesa. La muerte de su hija y del marido de esta sí le causaron una herida profunda, que le hizo refugiarse en su cada vez mayor activismo político. Apoyó así la revolución de 1848, fue un firme opositor de Carlos Luis Napoleón Bonaparte, y cuando éste alcanzó el poder, hubo de exiliarse hasta 1870.
Si todo ello es importante –pues hablamos de literatura- es porque nos permite explicar la enorme preocupación social que despertaron en nuestro autor. Y fruto de esa preocupación, de esa concienciación acerca de las injusticias de la vida, de la hipocresía de la moral dominante, de la pobreza extrema de muchos y de la falta de oportunidades de otros, fue la que, según muchos críticos, fue la mejor obra de todo el siglo XIX: Los Miserables.
En esa obra, Víctor Hugo retrata la injusticia social a través de la denuncia de la vida de Jean Valjean, de su caída al infierno social, y de su posterior redención moral. En ella aparecen sucesos históricos, como la batalla de Waterloo, y la insurrección de París de 1832. Su intención era reflejar todos los problemas, las pasiones, y las reacciones de los individuos y de las masas. El protagonista es un hombre humilde, arrestado por robar pan, y encarcelado durante veinte años por sus intentos de fuga. Cuando este proscrito se fuga, y un sacerdote le ayuda en su huida, comprende la bondad del ser humano y cambia de vida radicalmente. Pero cuando han pasado unos años los fantasmas del pasado aparecen, irrevocables, para ponerle de nuevo a prueba.
Todo ello conforma una obra genial, una auténtica epopeya sobre el hombre y sus sufrimientos. Y aunque fue la mejor, no fue la única obra del autor. Antes había publicado Nuestra Señora de París, una de las muestras más representativas del romanticismo francés. Y antes de ella, publicó algunos relatos menores, y diversas poesías.
Pero sin duda, Los Miserables fue el mejor y más importante legado que dejó Víctor Hugo, y que no sólo conmocionó a sus contemporáneos, sino que –como todos los clásicos- inspiró más adelante a varias generaciones de novelistas.