Clasificación de los documentos bibliográficos
No es la primera vez que en La Guía 2000 dedicamos un artículo al mundo de las bibliotecas, hemos hablado ya de la catalogación y del sistema de fichas empleado en ellas (puedes consultarlo pinchando en los siguientes enlaces: la catalogación y la biblioteca: fichas y catálogos). Hoy nos centraremos en ver cómo es el proceso de clasificación de los documentos bibliográficos. Comencemos, pues, a desarrollar este tema que hoy requiere nuestra atención:
La clasificación de los documentos consiste en la distribución de los libros en clases distintas según un sistema predeterminado. Esta clasificación da lugar a la signatura, conjunto de número y letras con el que se señala la colocación de un documento dentro de una biblioteca o un archivo. La signatura identifica cada libro: por un lado, se anota en las fichas que le corresponden en los diferentes catálogos; por otro, se adhiere al propio ejemplar mediante el tejuelo, un pequeño rectángulo de papel que se pega al lomo del libro.
Existen varios sistemas de clasificación diferentes. La Biblioteca Nacional usa uno propio que, mediante un número o una abreviatura, indica la sala y, mediante otro número más largo, el lugar exacto de las estanterías donde se encuentra el libro. Pero el sistema más extendido, utilizado por ejemplo en las bibliotecas públicas, es la C.D.U. (Clasificación Decimal Universal).
La C.D.U. fue ideada por un bibliotecario inglés, M. Dewey, a finales del siglo XIX. Lo que hizo fue dividir todos los ámbitos del saber humano en diez grandes grupos, los cuales segmentó a su vez en diez apartados, cada uno dividido en diez secciones: en total, pues, mil secciones diferentes identificadas por un número de tres cifras (que aún se pueden seguir dividiendo en subsecciones más concretas, mediante nuevos números separados por un punto). Estos son los distintos grupos de materias de la C.D.U.: