Las categorías gramaticales
Las categorías gramaticales son una forma de clasificar las palabras en función de su tipología semántica. Es, en concreto, una diferenciación muy antigua, que fue ya introducida en la lengua española por Antonio de Nebrija. En una lingüística más moderna, las categorías gramaticales se definen de una manera más técnica, como variables lingüísticas que son susceptibles de tomar diferentes valores; valores que condicionan sus formas morfológicas.
En la forma tradicional, así, la clasificación gramatical no tiene en cuenta la función de las palabras sino su valor semántico. Y, si bien esta forma de división de las palabras en categorías gramaticales puede considerarse anticuado en un ámbito académico o de investigación, es aún utilizado y común en la enseñanza escolar.
En cualquier caso, las categorías gramaticales tradicionales son las que siguen: determinante, sustantivo (también llamado nombre), pronombre, verbo, adjetivo, adverbio, preposición, conjunción e interjección.
Dentro de estas nueve categorías existen a su vez diferencias internas. Por ejemplo, los determinantes, sustantivos, pronombres, verbos y adjetivos (esto es, las cinco primeras) se consideran las partes variables de la oración, pues pueden variar en género y número sin cambiar su significado (excepto el verbo, que si bien no varía en género sí lo hace en tiempo, persona, voz, aspecto, modo y número).
Sin embargo, como decíamos, esta clasificación tradicional ya ha sido superado por las investigaciones más modernas. Siguiendo estas nuevas tendencias, las categorías gramaticales incluyen muchas más variedades que los términos tradicionales, que clasificaba únicamente, como hemos visto, las categorías semánticas de las palabras.
La categoría gramatical, ahora, es una variable morfológica que puede adoptar distintos valores según sea el tipo de palabra al que va a aplicarse. Por ejemplo, un verbo puede presentar diferentes valores en función del tiempo que adopte, y estos valores serán «pasado», «pasado perfecto», etcétera. De esta guisa, los verbos variarán en función de su aspecto gramatical, de su modo gramatical, de su tiempo gramatical, de su voz gramatical, de su valencia, de su animacidad o de su evidencialidad; y los sustantivos variarán en función de su caso gramatical, de su género gramatical, de su número gramatical, de su definición gramatical, etcétera.
Además, es importante destacar que las categorías gramaticales no solo se aplican a las palabras individuales, sino también a las frases y oraciones. Por ejemplo, una oración puede ser clasificada como declarativa, interrogativa, imperativa o exclamativa, dependiendo de su función comunicativa. Asimismo, una frase puede ser nominal, verbal, adjetival, adverbial o preposicional, dependiendo de la categoría gramatical de la palabra que la encabeza.
En este sentido, las categorías gramaticales también pueden ser vistas como una herramienta para analizar la estructura de las oraciones y frases, permitiendo identificar y entender las relaciones entre sus diferentes componentes. Por ejemplo, en la oración «El perro mordió al gato», la palabra «perro» es un sustantivo que funciona como sujeto, «mordió» es un verbo que funciona como predicado, y «gato» es otro sustantivo que funciona como objeto directo.
Así, las modernas categorías gramaticales no suponen una revolución ni un cambio drástico con respecto a las antiguas. En realidad, lo que hacen es aportar una mayor precisión y más clara conceptualización, que permite, a su vez, ahondar más y mejor en el estudio de la gramática. Esta evolución en el estudio de las categorías gramaticales ha permitido una mejor comprensión de la complejidad y riqueza de la lengua, y ha abierto nuevas vías de investigación en el campo de la lingüística.