Sujeto paciente
La persona gramatical, es decir, la persona, animal o cosa que realiza la acción que se describe en una oración, se encuentra en el sujeto. En otras palabras, el sujeto es la parte de la oración en la que se define o identifica al protagonista de la misma. El sujeto es, pues, el encargado de responder a la pregunta de “quién” realiza la acción. Si nuestra oración fuese “Los españoles son amantes del fútbol”, entonces el sujeto sería el que respondiese a la siguiente pregunta: “¿quiénes son amantes del fútbol?”. El sujeto sería, entonces, “los españoles”, como así es.
El origen de la palabra “sujeto” es latino. En concreto, subiectus, que entonces significaba más o menos lo mismo que significa ahora. Aunque, como es natural, existen muchos sujetos diferentes dependiendo de una serie de elementos. Algunas veces el sujeto tiene un sólo núcleo, y entonces es de tipo simple. En otras ocasiones tiene más de un núcleo, y entonces es de tipo compuesto. Puede que el sujeto no aparezca expresamente en la oración, sino que su existencia quede presupuesta por el receptor. Es posible incluso que no haya sujeto. En ese caso, estaríamos hablando de una oración impersonal.
Además, es importante mencionar que el sujeto puede ser explícito o implícito. Cuando es explícito, el sujeto se menciona directamente en la oración, como en el ejemplo «Los niños juegan en el parque», donde «Los niños» es el sujeto explícito. Por otro lado, cuando el sujeto es implícito, no se menciona directamente, pero se puede inferir por el verbo, como en «Juegan en el parque», donde se puede inferir que el sujeto es «ellos».
En cualquier caso, en este artículo de La guía de lengua vamos a ocuparnos de un caso particular y ligeramente distinto de los descritos anteriormente. Se trata del sujeto paciente. El sujeto paciente es el tipo de sujeto propio de las oraciones que hacen uso de la voz pasiva. Como su propio nombre indica, el sujeto paciente es el que padece la acción verbal, lo cual lo opone irremediablemente el sujeto más comúnmente conocido, que no es otro que el sujeto agente.
En la oración que antes pusimos como ejemplo, “Los españoles son amantes del fútbol”, dijimos que el sujeto era “los españoles”, la acción sería “amar” y el complemento directo, “el fútbol”. Pues bien, si esa misma oración la dijéramos en voz pasiva quedaría así: “El fútbol es amado por los españoles”. ¿Cuál sería el sujeto ahora? Siguiente la misma lógica anterior, haríamos la pregunta pertinente: “¿qué es amado por los españoles?”. En efecto, “el fútbol” es el sujeto, pero ahora nos damos cuenta de que, en realidad, “el fútbol” no está realizando ninguna acción, sino que por el contrario la está padeciendo.
Lo que en una oración activa es el complemento directo se convierte, pues, en sujeto paciente cuando la voz cambia a pasiva. Este cambio de voz en la oración no solo altera la posición del sujeto y el complemento directo, sino que también cambia la perspectiva de la oración, poniendo el énfasis en el objeto de la acción en lugar de en quien la realiza. Esto puede ser útil en ciertos contextos, como en la escritura académica o periodística, donde a veces se busca destacar el resultado de una acción más que a su ejecutor.