Colocación
En el vocabulario específico de la lexicología, el concepto de colocación corresponde a aquel tipo específico de unidad fraseológica que no puede ser definido como locución ni como lexía simple, y tampoco como enunciado fraseológico o lexía textual.
Fue J. R. Firth quien usó el término colocación por vez primera, en 1957. Desde entonces se ha utilizado con frecuencia, especialmente en la escuela lexicográfica inglesa liderada por Halliday. El concepto designa un tipo de combinación frecuente de unidades léxicas que están fijadas en la norma, o bien una combinación de palabras distinguida por su gran frecuencia de uso. En este último caso podemos poner los ejemplos de «cierre hermético», «deseo ardiente», «maraña inextricable» o «negación categórica». Este tipo de expresiones, que aparecen juntas tantas veces, son catalogadas por los lexicógrafos como unidades semi-idiomáticas.
En realidad, el concepto de colocación es sencillo de entender, y responde a la pregunta de por qué utilizamos determinadas expresiones en lugar de otras que son también gramaticalmente correctas –al menos en la potencial– y sin embargo nos parecen erróneas simplemente porque no las usamos.
Así, por ejemplo, en español decimos la siguiente frase: «me entraron ganas de salir», y nos parece normal y correcta. En cambio, si la sustituimos por otra como «me introdujeron ganas de salir», la construcción deja de parecernos natural, incluso diríamos que carece de sentido. No nos pueden introducir ganas de salir, pero sí nos pueden entrar, sencillamente porque «entrar ganas» es una combinación que se ha convertido en una colocación del español.
De la misma manera, podemos «albergar esperanzas», «albergar deseos» o «albergar odios», pero no podemos «albergar una sorpresa» o «albergar un chasco». La sorpresa o el chasco no «los albergamos» ni «los tenemos», sino que «nos los llevamos».
Las colocaciones son diferentes a las unidades fraseológicas porque responden a pautas de construcción puramente gramaticales, y su significado se deduce únicamente de la combinación de los elementos que se combinan.
La lengua española utiliza por norma general los siguientes esquemas de colocación:
- Modelo «Sustantivo + preposición + sustantivo», que vemos en expresiones como «puntos de venta», «tipos de interés», «plan de pensiones», «derecho a veto» o «plan de choque».
- Modelo «Sustantivo + adjetivo», que vemos en expresiones como «masa salarial», «mandos intermedios», «población activa», «sector puntero» o «renta fija».
- Modelo «Verbo + (artículo) + sustantivo», que vemos en expresiones como «tomar cuerpo», «desatar una polémica», «tomar medidas» o «plantear problemas».
- Modelo «Verbo + preposición + sustantivo», que vemos en expresiones como «llevar a cabo», «poner en cuestión» o «poner en marcha».