Voz gramatical
La voz gramatical es una categoría gramatical que nos habla de la relación significativa que une al verbo, al sujeto y al objeto. Esta relación no es tema baladí, pues es la que nos permite averiguar si el sujeto es de tipo agente o de tipo paciente, es decir, si la oración es activa o pasiva. La voz gramatical es una característica asociada al verbo, y es a su vez un tipo de diátesis gramatical. De esta manera, cuando el verbo de una oración aparece con voz activa, entonces el sujeto será un sujeto agente -un sujeto que realiza una acción, mientras que si la voz del verbo es pasiva, entonces el sujeto será un sujeto paciente -un sujeto que recibe, o sufre, la acción. De esta forma, la voz gramatical adquiere un papel fundamenta a la hora de determinar tanto la forma morfológica del verbo como la estructura general de la oración.
En la gran mayoría de las lenguas occidentales, incluido el castellano, la voz gramatical puede asumir, al menos, los dos valores que venimos comentando: el valor activo y el valor pasivo. Y dicha voz, normalmente, viene indicada por la forma que adapte el verbo, de manera que un verbo en forma activa genera una voz activa y un verbo en forma pasiva genera una voz pasiva. La voz gramatical guarda, en consecuencia, un papel clave en la interpretación de la categoría del sujeto sintáctico de la oración, que de viene dado por ella. De esta guisa, el valor de la voz gramatical es una guía que nos permite interpretar la totalidad de las proposiciones intervinientes en una oración, así como sus principales funciones sintácticas.
Más allá de la determinación funcional de los intervinientes en la oración, la voz gramatical tiene otras consecuencias. Por ejemplo, en función del valor que asuma la voz podemos ver una alteración en el número de participantes que aparecen en la oración de forma obligatoria; si bien esta influencia se extiende únicamente al predicado. Esto se debe a que, cuando el verbo núcleo de la oración es un verbo transitivo y adopta una voz activa, entonces la oración nos obliga a incorporar al menos dos participantes: el propio verbo y su complemento directo. Así, no podemos simplemente preguntar «¿Quién fundó?», ya que el verbo fundar es transitivo. Debemos preguntar «¿Quién fundó esta ciudad?», o en su defecto, «¿quién la fundó?». Si la voz del verbo fuera pasiva, en cambio, no estaríamos obligados más que a incluir un participante, pues los verbos pasivos carecen de transitividad.