Cuadernos de Paul Valery
Aunque se hayan publicado, de manera póstuma, los Cuadernos de Paul Valery (1871 – 1945) no son un libro propiamente dicho. Se trata de una serie cuadernos de notas, concretamente 261, que escribió de forma cotidiana durante gran parte de su vida, desde 1894 hasta el año de su muerte.
Es decir, es el gran corpus de su pensamiento, ya que más que un diario, allí se incluyen todo tipo de reflexiones intelectuales. Los escribía siempre antes del amanecer, en lo que él mismo llamaba las horas “entre la lámpara y el sol”.
Casi todo el mundo pensaría que allí volcaba su día a día, lo que pasaba en su momento, tanto desde un punto de vista social como privado. Sin embargo, no es así. Su objetivo era ejercitar la mente, su pensamiento, para así poder captar cómo funcionaba su conciencia, sobre todo mientras se despertaba, y dejar constancia de todo ello por escrito. De ahí lo heterogéneo de los textos, ya que se pueden leer todo tipo de reflexiones y conclusiones sobre temas literarios y el lenguaje, pero también sobre asuntos históricos, sobre filosofía, política o ciencia, hasta sobre erotismo. Además de sus planteamientos sobre los mecanismos mentales y también físicos para apoyar sus ideas.
De hecho, uno de los rasgos más interesantes de todo lo que nos cuenta en los Cuadernos son algunas de sus concepciones sobre la poesía, género al que mayoritariamente dedicó su producción literaria.
Es curioso ver, como Paul Valery piensa que una obra poética comienza a serlo cuando el autor deja de escribir como una persona y lo hace un modo más maquinal. Es decir, se olvida de sus circunstancias personales y vitales, y deja que sean los procesos mentales lo que creen los textos, unos textos que no han de alcanzar su significado hasta que no les dé sentido el lector. Él decía que escribía versos “observando cómo los hacía”. Es decir, procuraba conocer en profundidad las estructuras del lenguaje para poder explorar todas las posibilidades que le ofrecían.
Y lo cierto es que los primeros Cuadernos surgieron por desechar el escribir poesía. Pasó una grave crisis de autoestima, y dudaba de sí mismo al compararse por ejemplo Mallarmé o Rimbaud. Por eso se obcecó en estudiar los mecanismos mentales anotándolos.
Pero en sus Cuadernos hay mucho más. Incluso puede verse fórmulas y ecuaciones matemáticas para comprobar hipótesis. Son “pensamientos del alba” en los que cabe de todo, desde cuestiones estéticas hasta dibujos, poemas en prosa o aforismos. Hay que pensar que es una obra realizada a lo largo de más de 50 años, viendo toda su evolución y con todos sus intereses por los temas más dispares. En definitiva, toda una vida de reflexiones que en muchos casos nos muestran un personaje diferente al poeta de la consciencia que fue.