El jugador de Dostoievski
Fiodor Dostoievski es famoso por sus grandiosas novelas de Crimen y castigo, o Los hermanos Karamazov. Sin embargo, tiene más producción literaria que estos grandes monumentos de la literatura rusa de estilo realista que se hizo en el siglo XIX.
Una de esas obras de gran interés es El jugador, la cual fue publicada en el año 1867. Una novela de ficción que tiene muchos tintes autobiográficos, ya que Dostoievski nos habla de un personaje adicto al juego en los casinos y que además está completamente enamorado de una mujer. Dos factores que unen al protagonista Aleksei Ivanonich y al autor, ya que este último pasaba horas y horas perdiendo dinero a la ruleta en la ciudad balneario de Wiesbaden.
Ese tono autobiográfico quizás se comprenda al saber que la obra la escribió en menos de un mes, dictándosela a una taquígrafa, que poco después se convertiría en su esposa. El motivo de semejante rapidez, era que debía cumplir un contrato, ya que si no dejaría de cobrar los derechos de autor de sus próximas obras durante varios años. Tal vez por eso recurrió a sus propias vivencias para inspirarse.
Y toda la novela gira en torno al personaje de Aleksei Ivanonich que sería su personificación. Si bien al mismo tiempo aprovecha para hacer una crítica demoledora hacia los rusos que viven fuera de su país, y se comportan de modo apasionado y orgulloso, aunque también a veces ridículos y degradantes. Algo que igualmente se manifiesta en otro de los personajes centrales, el General Zagorianski, un aristócrata ludópata y endeudado, de cuyos hijos es el tutor Aleksei.
Y por supuesto, también es importante la joven de la cual está enamorado. Es Polina Aleksandrova, hijastra del general. Una joven que le hace perder la cabeza, incitándole al juego a un sinfín de desventuras. Y todo ello sin estar enamorado de él, en ningún momento. En realidad, no para de aprovecharse de Aleksei. Como le ocurrió al propio autor.
En definitiva, una intriga de tintes románticos, que nos presenta muy claramente la forma de vida de los aristócratas en los balnearios decimonónicos de Europa. Unos lugares donde se generaban deudas, pactos, matrimonios, amoríos, negocios y políticas. Y no solo lo hacían los potentados rusos, también los de todo el continente, ya que por las páginas de El Jugador, también desfilan personajes de la aristocracia francesa o inglesa.