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Lanzarote de Michel Houellebecq

Publicado por A. Cerra

Michel Houellebecq es uno de los autores franceses más prestigiosos de nuestros días. No obstante, este autor nacido en 1958 y que escribe poesías, ensayos y novelas, es tan venerado como odiado. Sí, es uno de esos creadores de los que uno es seguidor o se le detesta, y eso se debe a su escribir crudo y a su forma de volcar de forma brutal sus opiniones, sobre personas o costumbres.

Además de su estilo crudo y directo, Houellebecq es conocido por su habilidad para provocar y desafiar a sus lectores. No teme abordar temas controvertidos y a menudo presenta una visión del mundo que es a la vez desoladora y fascinante. Su obra es un reflejo de su personalidad: desafiante, provocativa y sin miedo a la controversia.

Y un magnífico ejemplo de ello es esta obra, de no muchas páginas, en las que se dedica a hablarnos sobre Lanzarote, una de las islas Canarias, y sobre el turismo. Criticando ambas cosas con extraordinaria acidez.

Se supone que su crítica a la isla, se debe a su propia presencia allí ya que llegó sin saber muy bien como era ese sitio, pero en una agencia de viajes se lo supieron vender estupendamente, y allí pasó unas vacaciones en un hotel de lujo. No obstante los paisajes volcánicos característicos de Lanzarote no le gustaron nada, y de eso nos deja constancia en las descripciones y diálogos del libro, pero también en sus propias fotos que adjunta como ilustración gráfica de la novela.

Houellebecq utiliza su experiencia en Lanzarote para explorar temas más amplios, como la alienación, la soledad y la insatisfacción en la sociedad contemporánea. Su crítica no se limita a la isla o al turismo, sino que se extiende a la cultura de consumo y a la obsesión por la imagen y la apariencia.

Ese es el desencadenante de la obra, su viaje como turista a un lugar que no conoce en absoluto y que no le gusta nada. A partir de ahí hace su crítica al actual turismo que se vende en cualquier rincón del mundo. Una crítica que en realidad abarca a nuestra sociedad de consumo.

Para ello recurre a una serie de estrafalarios personajes que también están de vacaciones en la isla canaria. Tal y como se ha dicho, esos personajes vienen a ser marcianos en el paisaje lunar de los volcanes lanzaroteño. Allí hay un par de lesbianas alemanas con las que acaba acostándose el protagonista de la obra, también hay una secta o un policía de Luxemburgo.

Es decir, nos presenta un cuadro de lo más diverso. Con ellos hay cabida a lo más frívolo pero también a reflexiones de carácter más existencia. Y sobre todo hay una feroz crítica al modo de viajar en la actualidad, y como el turismo es un objeto de consumo que acaba por no satisfacer más allá del momento en que se hace una fotografía del lugar que visitamos. Y a veces, ni siquiera eso.

En definitiva, quien ya haya leído alguna otra obra de Houellebecq ya sabe que en este libro le esperan descripciones y diálogos despiadados, con humor a veces y con rabia otras. Una obra que como ocurre con este autor, o te encantará y te harás fan del escritor, o detestarás y difícilmente llegarás hasta su última página. A pesar de su estilo provocativo y a veces despiadado, Houellebecq es un escritor que no deja indiferente. Su obra es un reflejo de la sociedad contemporánea, con sus luces y sombras, y ofrece una visión crítica y desafiante que invita a la reflexión.