Niebla de Unamuno
Lo primero que debemos decir es que esta obra no es una novela. Es una nivola tal y como la describió el propio Miguel de Unamuno. Y la verdad es que estamos ante una obra que es extraordinariamente distinta, como vamos a mostrar a continuación.
El protagonista principal es Augusto Pérez, un personaje que lleva una existencia tranquila y lo cierto es que bastante rutinaria. Pero cuando se enamora y más tarde su querida Eugenia le abandoné comenzará a replantearse cuestiones de un carácter muy existencialista, como qué es vivir, o para qué sirve amar o para qué vivimos.
Preguntas para las que obviamente no hay respuestas fáciles, así que decide ir a consultarle a una eminencia. Esa no es otro que un reputado escritor llamado Miguel de Unamuno. Es decir el autor de la obra se convierte en un personaje de la misma. Unamuno más o menos le viene a decir a Augusto que no es más que alguien surgido en su imaginación y que puede acabar con él cuando quiera. Sin embargo, tras el impacto inicial, la respuesta de Augusto va a ser decir que quizás también él, Unamuno, sea personaje de otro creador. Y que en todo caso, él va a vivir cada vez que alguien lea su historia, mientras que no ocurre lo mismo con el autor.
Es decir, Unamuno nos está planteando una obra en la que juega con él, con su personaje y con nosotros, los propios lectores, a los que nos concede un papel de re-creadores. Todo el texto es un juego de apariencias, de espejos, algo realmente fascinante. Y pese a lo que pueda parecer por ese argumento, la verdad es que es de una lectura fácil.
Unamuno, miembro de la Generación del 98, es uno de los autores en español más completos de todos los tiempos, y lo es gracias a obras como esta de Niebla que publicó en 1914. Una obra que ha sido objeto de estudio por filólogos de todo el mundo y todas las lenguas. Ya que nos habla de la creación, de la literatura, y lo hace con cierto tono filosófico. Faceta muy destacada en toda la producción literaria de Miguel de Unamuno y también en su faceta como docente y como rector durante años de la Universidad de Salamanca.
En definitiva, cualquier aspirante a escritor debería leerse esta obra. Pero también cualquier aspirante a buen lector, ya que nos da las claves para ser conscientes de que también podemos ir creando los personajes conforme avanzamos en la lectura de un libro. Y eso puedo hacernos conseguir salir de esa “niebla” que a veces nos rodea y nos impide saber hacia dónde vamos o qué sentido tiene aquello que hacemos.