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El Quijote de Avellaneda

Publicado por Aroa Plaza

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Un año antes de que Miguel de Cervantes publicara la segunda parte del Quijote, es decir, en el año 1614 aparece en Tarragona un Quijote apócrifo firmado con el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda, pseudónimo que ocultara la verdadera identidad del autor de esta obra, cuyo título completo es Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras, compuesta por el Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas, y donde observamos que pretende presentarse como la segunda parte del Quijote de Cervantes.

En esta “segunda parte” se cuentan nuevos episodios acerca de las aventuras de don Quijote y su escudero Sancho. Podemos leer como al pueblo de los protagonistas llegan un grupo de caballeros que viaja camino de Zaragoza con el fin de participar en unas juntas. Uno de estos caballeros, el conocido por el nombre de Álvaro de Tarfe, se aloja en la casa del Hidalgo y descubre la locura de su anfitrión. Con esta visita, renace en don Quijote el sentimiento caballeresco y decide acudir, en compañía de Sancho, a las justas que se celebran en Zaragoza. Allí nuestro caballero, que esta ocasión se hace llamar El Caballero Desamorado porque ya ha renunciado al amor de su amada Dulcinea, sale victorioso, y, partir de ahí, caballero y escudero viven en una serie de aventuras que culminarán con el encierro de don Quijote en la casa de los locos de la ciudad de Toledo.

El episodio de las justas de Zaragoza es nombrado por Miguel de Cervantes en la primera parte del Quijote y este escritor recoge el testigo y termina la historia ya anunciada. La continuación de una obra no era algo extraño en el siglo XVII, podemos recordar otras continuaciones como la de la Diana de Jorge Montemayor, que fue proseguida por autores como Alonso Pérez o Gil Polo; la segunda y la tercera parte de la obra de Fernando de Rojas, La Celestina; o, las continuaciones que se hicieron del Lazarillo. Pero, aún así, en el caso de la continuación del Quijote de Avellaneda pueden exponerse algunas peculiaridades: el autor oculta su verdadera identidad, cosa que no ocurría en otras continuaciones, y arremete, profiriendo una serie de insultos, contra Miguel de Cervantes, autor de la primera. Cervantes, en la segunda parte de su Quijote, incluirá en el prólogo de la obra algunas palabras llenas de ironía, seguridad y contención con las que responde al autor del Quijote apócrifo. No obstante, hemos de reconocer que la obra de Avellaneda sirvió de algún modo como fuente de inspiración para el propio Cervantes en la parte final del libro.

La autoría de esta segunda parte del Quijote ha sido uno de los grandes interrogantes de la literatura de España y se han barajado varias hipótesis; pero, aquella que ha cobrado más fuerza es la que presenta a Gerónimo de Passamonte, un soldado de la zona de Aragón que escribió su propia autobiografía, Vida y trabajos de Gerónimo Passamonte, y que habría sido compañero de Cervantes en asuntos bélicos, como su autor.