La tradición literaria
Si, desde un punto de vista abierto, entendemos por tradición la transmisión de noticias, hechos, ritos, costumbres, hitos y leyendas de generación en generación; entonces, una vez que apliquemos el término al ámbito literario, deberemos concluir que la tradición literaria es la transmisión de obras, estilos, formas, argumentos, escenas, acciones y personajes de una generación de escritores a la siguiente.
Aquí, en La Guía de Lengua, hemos estudiado la historia y las principales obras de muchas literaturas nacionales. Cuando lo hemos hecho, siempre empezamos diciendo que la literatura de un determinado país está compuesta por todas las obras literarias escritas por autores de ese país, ya sea en una época o en otra. Pues bien, cuando hablamos de la tradición literaria de un país o región determinada, nuestro campo será necesariamente mayor y abarcará un mayor número de obras.
En el fondo, la tradición literaria no es sino el imaginario literario con que un autor cuenta en su haber a la hora de iniciar su producción literaria. Y también, por no ceñirnos únicamente al mundo de la producción, es el imaginario mediante el que un lector recibe, aprehende y compara una determinada obra literaria.
Pongamos algún ejemplo. Cuando hablamos de la literatura española, podemos decir que el Quijote de Cervantes forma parte de ella, pero estaremos incurriendo en un error si introducimos dentro de la literatura española una obra como la Odisea, de Homero. Sin embargo, si estuviéramos hablando de la tradición literaria española, esto no sería ningún error. La Odisea se convirtió desde los tiempos de los griegos en una obra mil veces repetida, citada y referenciada. Se tradujo a muchas lenguas y se conservó en muchas bibliotecas. Se enseñó y se leyó, y sin duda, Cervantes mismo la conocía bien. Incluso aunque en el Quijote no hubiera referencias directas a la Odisea, podemos decir que ésta formaba parte del imaginario literario que poseía Cervantes. Era parte de su acervo cultural, pues formaba parte de la tradición literaria de su época (como lo sigue formando, de la nuestra).
Cuando un país innova y lidera un nuevo movimiento literario, y éste, con el paso del tiempo, tiene éxito y se extiende a otros países, las obras de aquellos escritores pioneros formarán parte de la tradición literaria de los países imitadores, aunque no formen parte directamente de sus literaturas nacionales. Las obras de Goethe, de Dickens y de Balzac, por poner sólo dos ejemplos, son cada una, por separado, parte de las literaturas nacionales de sus respectivos países, pero todas ellas forman parte de la tradición literaria de Alemania, Francia, Inglaterra y muchos otros países, pues han trascendido sus fronteras e influido a generaciones de escritores de los más diversos ámbitos geográficos.