El Ultraísmo en Hispanoamérica
A finales de la primera década del siglo XX llegan a España toda clase de movimientos de vanguardia. Allí una serie de escritores, tanto españoles como hispanoamericanos como Gerardo Diego, Juan Larrea o Jorge Luis Borges, se concentran al rededor de la figura del escritor Rafael Cansinos-Assens. En ese círculo surgiría el Ultraísmo y, como era habitual, lanzarían un manifiesto en el que se apuntaba su lema, “Ultra”, y se afirmaba que cualquier tendencia que buscara la novedad tendría cabida en él.
Jorge Luis Borges es uno de los escritores más activos del movimiento, estaba presente en la tertulias y escribía para revistas de esta tendencia como Cervantes, Grecia o Ultra. A la vuelta a su país natal, Argentina, este autor se llevará consigo gran parte de este espíritu ultraísta y allí se encargará de revelar en revistas como Proa, Prisma o Martín Fierro las equivocaciones cometidas por los ultraístas. En la publicación Nosotros, Borges resume los principios de este movimiento:
a) El elemento lírico se deduce al elemento esencial, la metáfora.
b) Los nexos, los adjetivos innecesarios y otros elementos superfluos se eliminan.
c) La ornamentación, la oscuridad forzada y los datos circunstanciales se suprimen.
d) Fusión de dos o más imágenes que aumenta la capacidad de sugerencia.
Borges se convierte en el portavoz de este grupo y dirige Prisma, revista en la que colaboran autores como Eduardo González Lanuza, Guillermo Juan y Guillermo de Torre; en la revista Proa se añadirán Ricardo Güirarles y Macedonio Fernández. Tras la desaparición de la revista Proa en el año 1924, nacerá de la mano de Evar Méndez la revista más relevante para las vanguardias argentinas: Martín Fierro. En ella aparecerán textos de carácter ultraísta, pero también se publicarán escritos de autores posmodernistas. Además, se podrá leer en sus páginas a escritores de la talla de Lorca, Apollinaire, Valéry, Cocteau, etc.
Los escritores más jóvenes, aquellos nacidos en torno al año 1900, empleaban el humor como arma literaria frente a los fundamentos de la tradición literaria. Y a pesar del sentimiento de amistad que unía a todos los autores del grupo, en el año 1925 podían observarse dos tendencias diferentes que se situaban según el lugar de origen de los escritores y su postura frente al arte y la realidad de Argentina: por un lado, tenemos el grupo de Florida formado en gran parte por autores que publicaban en Martín Fierro que apoyaban un arte desligado de la realidad y pretendía renovar la literatura por medio del Ultraísmo: por otro lado, hallamos el grupo de Boedo, que prefería una literatura preocupada por la realidad del país y sus habitantes.
El grupo de Florida estaba formado fundamentalmente por escritores que publicaban sus escritos en revistas y posteriormente fueron pasando a publicar libros. Se ha dicho que el paso de la revista al libro es uno de los factores que intervienen en la desaparición del Ultraísmo. Algunos de los escritores integrantes de este grupo fueron: Borges, Lanuza, Norah Lange, Marechal, Jacobo Fijman o Ricardo Molinari.
El grupo de Boedo se agrupa en torno a la revista Los fundadores y está formado principalmente por narradores. Algunos nombres dignos de mención son: Nicolás Olivari y González Tuñón, autores cercanos a la realidad social y nacional del momento.