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Lírica medieval

Publicado por Pablo

lirica-medieval.jpgLa poesía se había desarrollado en la Antigüedad grecolatina en dos claras vertientes: por un lado, una vertiente lírica que contaba historias amorosas, pastoriles y generalmente alegres. Por otro lado, una vertiente épica que narraba grandes historias, de héroes que conseguían enormes hazañas. En cierto modo, esta división continuó siendo válida durante la Edad Media, si bien ambas vertientes iban a verse progresivamente transformadas. La vieja épica fue dando paso, muy lentamente, a la moderna narrativa, que acabaría dando lugar a las novelas tal como hoy las conocemos. La lírica, por su parte, se convirtió en un género literario-musical más destinado a la representación pública o cortesana que a la lectura.

No obstante, y aunque la mayor parte de la lírica medieval fue de carácter popular y de transmisión oral, también se desarrolló una lírica culta cuyo principal exponente fue la llamada poesía provenzal, o trovadoresca.

Esta corriente apareció en Francia a principios del siglo XII, y su principal novedad fue la importancia que le atribuyó a la autoría. Las obras dejaron de ser anónimas y empezaron a ser firmadas por autores conocidos que las dotaban de prestigio. Estos autores también componían una música para acompañar a la recitación, y ellos mismos solían recitarlas en público. Son los trovadores, figura similar a la del juglar pero de naturaleza más culta y respetada.

El público principal de los trovadores fue la aristocracia más refinada, que dejó de demandar cantares de gesta y se inclinó por una literatura más inclinada hacia la temática amorosa. Nació así una nueva tendencia poética conocida como el amor cortés, que introdujo tramas amorosas en ambientes refinados, nobles o cortesanos. En esto destacaron autores como Guilhem de Peitieu, Arnaut Daniel, Peire Vidal y Giraut de Bornelh.

La lírica provenzal tuvo un éxito rotundo y pronto se expandió a otras zonas de Europa. Particular éxito de adaptación fue el de la lírica galaico portuguesa, que asimiló rápidamente las enseñanzas de los trovadores franceses y desarrolló sus propias cantigas, obras poéticas destinadas al canto. Entre ellas destacaron las cantigas de amor, que fueron herederas directas del amor cortés medieval; las cantigas de amigo, más vinculadas a historias populares al estilo de las jarchas; y las cantigas de maldecir, de tipo burlesco aunque moralmente intachables.

A través de la lírica galaicoportuguesa, finalmente, se introdujo en la literatura castellana esta nueva sensibilidad. Los primeros poetas castellanos en adoptarla -como Alfonso X el sabio– emplearon, de hecho, la lengua gallega, que se considera más apropiada para una lírica tan sutil.