Épica griega
Es por todos bien sabido que la literatura occidental, la que actualmente disfrutamos en muy diversas formas, debe gran parte de su naturaleza al modo en que los griegos la concibieron. La literatura helénica, en efecto, estableció temas, géneros y características formales que fueron imitados, rechazados o recuperados, pero siempre estudiados, en casi todas las épocas posteriores.
De entre todos sus géneros, la poesía épica fue el primero, y uno de los más importantes.
La épica fue, en realidad, poesía épica (y se opondría a la poesía lírica de más tardía aparición), nacida de la palabra griega epos, que viene a significar narración. Se trata de largos poemas compuestos con la intención no de ser recogidos textualmente, sino de transmitirse oralmente. De esta transmisión se encargaban los aedos (o rapsodas), quienes se permitían hacer ligeras o graves modificaciones para adaptarlas a sus gustos narrativos.
La creación de estas épicas era, pues, bastante colaborativa, si bien las dos grandes obras de la épica griega, la Ilíada y la Odisea, se le atribuyen a un único autor, tal vez por ser el único al que conocemos en la temprana época del siglo VIII a.C. Se trata, claro, de Homero, padre de la literatura occidental.
La Ilíada se divide en 24 cantos (capítulos), y narra un episodio particular de la Guerra de Troya, en el que Aquiles, tras saber que el jefe del ejército griego Agamenón le ha arrebatado a su esclava, decide abandonar la batalla. Aprovechando su ausencia, los troyanos atacan y matan al gran compañero de Aquiles, Patroclo, lo que vuelve a encender su ira y vuelve para enfrentarse a Héctor, hijo del rey de Troya Príamo y jefe de su ejército.
Por su parte, la Odisea se sitúa ya tras el final de esta Guerra, y lo que narra es la vuelta a casa de uno de los caudillos del ejército griego, Odiseo (el Ulises romano). Hasta llegar a Ítaca vive Odiseo numerosas aventuras entre seres de la mitología griega, como sirenas y cíclopes, y conoce numerosos pueblos del Mediterráneo. La Odisea es, particularmente, una obra muy interesante para el estudio de las costumbres de la época.
El otro gran autor de la épica griega es Hesíodo, cuyas obras son, básicamente dos. Por un lado, la Teogonía explica el origen del mundo y el parentesco de los hombres con los dioses, mientras que Los trabajos y los días se centra en la descripción de las labores agrícolas, la formación de la riqueza y las virtudes del trabajo. Esta obra también resulta de importancia capital para el estudio de la sociedad griega arcaica.