Épica latina
El género de la poesía épica, que en Grecia dio alguna de las obras más importantes de la literatura occidental (como la Iliada y la Odisea de Homero, o la Teogonía de Hesiodo), no fue cultivado por la civilización romana en sus orígenes. Sin embargo, una vez las conquistas romanas les hicieron conocer la cultura griega, la épica caló hondo entre los poetas latinos, que empezaron a imitarla y pronto la convirtieron en uno de los géneros más importantes de su propio haber literatura.
Lógicamente, el proceso fue gradual. En el siglo II a.C. los poetas romanos tomaron contacto con la épica helena y comenzaron a asimilar sus conceptos más importantes. Poco después empezaron a imitarla, primero abandonando los versos tradicionales de la anterior literatura romana y adaptando la métrica homérica. Ennio fue el primer poeta romano en dar este paso, y su obra Annales, la primera obra latina propiamente helenizante.
No obstante, si bien estas primeras obras fueron helenizantes en el estilo y la métrica, no transigieron en tomar como propios los mitos de la cultura griega. Ennio hizo una epopeya nacional marcadamente romana, sin contacto alguno con la mitología griega, y sin intención de armonizar ambas culturas.
Todo este esfuerzo de asimilación alcanza su punto culminante en Virgilio, y particularmente en su obra épica más importante, la Eneida. Esta obra no sólo quedó fijada como el poema épico nacional de Roma, sino que además consiguió -fue desde luego su objetivo- armonizar las culturas griega y romanas, entroncando sus inicios y logrando una solución de continuidad, en este caso, entre el troyano Eneas y los primeros héroes de Roma. Esta obra se escribió por empeño del primer emperador de Roma, Augusto, que quiso dotar al Imperio de un pasado mítico a la altura de las más grande de las civilizaciones anteriores, Grecia.
El poema es la obra romana más marcadamente helénica de las escritas hasta la fecha, y muestra tanto en su estilo como en su organización una enorme influencia de los poemas homéricos. Su influencia posterior no fue menos grande.
El otro gran poema épico romano fue obra de Ovidio. Las Metamorfosis es, estrictamente hablando, una poema épico-mitológico de incalculable valor literario, que cierra de manera perfecta la comunión entre Grecia y Roma al unir sus mitologías e incluir al emperador Augusto y a su mentor Julio César al final de una cascada de acontecimientos que se inician con la propia creación del universo. Ovidio, además, recoge la práctica totalidad de la mitología grecolatina, haciendo una obra de enorme valor para los estudiosos de la antigüedad.