Las novelas renacentistas
La literatura renacentista, originada en el quatrocento italiano, se expandió por Europa durante los dos siglos siguientes y tuvo un importante impacto posterior; siendo testigo, además, del surgimiento de la imprenta y la popularización de numerosas obras literarias.
En este contexto, la novela va a ver cómo ciertos sub-géneros dominan claramente durante esta etapa -tales como la novela de caballerías o la novela pastoril- y cómo, a su vez, otros géneros -como la literatura picaresca- van apareciendo lentamente y se hacen un hueco en el haber literario de la época para influir poderosamente en la literatura posterior.
Empezando por el principio, no obstante, hay que decir que la novela de caballerías, género novelístico típicamente bajomedieval, vive un larguísimo recorrido en el caso de la literatura española, y se mantiene presente -e inmensamente popular- hasta bien entrenado el siglo XVII. Estas novelas, ya es sabido, cuentan las andanzas de los caballeros andantes, personajes sujetos a estrictos códigos de honor que se atribuyen la obligación de viajar por el mundo buscando enfrentarse a graves peligros para conseguir fama y amor. Son, por otra parte, personajes monolíticos que no evolucionan durante el transcurso de la novela, cuya personalidad es siempre la misma y que se definen por sus hechos. La mayoría de estas novelas se publicaban en forma de «ciclos» o «series», como la de Amadís de Gaula, Tristán de Leonís o Floriseo. Otras constituyeron obras aisladas, como Febo el troyano, Tirante el Blanco o Valerián de Hungría.
Durante el Renacimiento se harán popular a su vez las novelas pastoriles, herederas a la vez de de ciertos códigos y formas propios de las novelas caballerescas y de la antigua lírica amorosa latina. Cuentan estas novelas típicamente historias de amor en ámbitos apartados de la vida urbana. El amor queda frecuentemente idealizado hasta la exageración. Entre las novelas pastoriles cabe señalar Los siete libros de Diana, La Diana enamorada, La Galatea o La arcadia.
Una de las mayores innovaciones producidas durante el Renacimiento -y especialmente, en España- fue la tendencia hacia una novela más realista. En este sentido, el primer paso lo puso la novela picaresca, surgida precisamente como reacción ante la excesiva idealización sentimental propia de casi todos los géneros novelísticos renacentistas. Estas novelas picarescas eran anti-heróicas, sórdidas, irónicas y crueles, y situaban la acción entre las capas más bajas de la vida urbana, para mostrar, precisamente, la crudeza de su realidad. El Lazarillo de Tormes es el ejemplo más representativo.