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Literatura cristiana

Publicado por Pablo

literatura-cristiana.jpgCuando hablamos de literatura cristiana estamos haciendo referencia a todo aquél escrito que se relaciona con los principales temas del cristianismo y que, sobre todo, incorpora y hace suyo lo que podríamos llamar «la manera cristiana de ver el mundo», su contenido doctrinal o su objetivo pedagógico. Naturalmente, todo esto constituye un enorme cuerpo de textos de la naturaleza más variada.

La Biblia, si bien algunos estudiosos no la incluirían en la categoría más estricta de «literatura», ha sido siempre leída y tratada como tal. De hecho, La Biblia se considera frecuentemente como una verdadera obra maestra de la literatura universal, al margen de su contenido doctrinario. Además, la Biblia y muchos de sus pasajes siguen presentes tanto en la literatura cristiana como en gran parte de la literatura no-cristiana, ya que junto con la mitología grecorromana ha conformado el paradigma cultural occidental desde tiempos antiguos.

Al margen ya de las Sagradas Escrituras, numerosos epistolarios y tratados teológicos fueron escritos ya desde los tiempos de Jesús por autores cristianos. En esos primeros tiempos todos estos escritos se hallaban lejos del género de la ficción, siendo en su mayoría cartas, comentarios a pasajes de la Biblia, trabajos doctrinarios y hagiografía.

Un hito en la evolución de la literatura como fue la invención de la Imprenta no pasó sin consecuencias para la literatura cristiana. Desde entonces, y particularmente desde el desarrollo de la prensa escrita, la tipología de literatura «doctrinal» se hizo más popular y se marcó como el objetivo la diseminación del mensaje de Jesús. En particular, el género del Tratado, un pequeño panfleto conteniendo una explicación de un pasaje concreto, se usó mucho en tiempos de la Reforma con objetivos proselitistas.

Otro género especialmente utilizado por los autores cristianos fue la alegoría. Consistente en contar una historia a través de figuras simbólicas o representaciones, autores como Dante Aliguieri, en su Divina Comedia, o John Bunyan, en El Progreso del Peregrino, hicieron un exitoso uso de este estilo.

Por otra parte, en épocas más modernas ha ido tomando forma un nuevo género que debemos citar aquí: la literatura cristiana de ficción. Normalmente esta literatura toma forma de novelas, y si bien en numerosas novelas bien conocidas autores cristianos toman influencias del cristianismo, hemos de distinguir esas novelas (como por ejemplo las de G. K. Chesterton) que van destinadas a todo tipo de públicos, frente a las novelas especialmente etiquetadas como «cristianas». Particularmente, este último género se ha desarrollado en Norteamérica, desde donde pequeñas comunidades -frecuentemente conservadores- mantienen viva la publicación de obras de ficción cuyo objetivo último es extender las enseñanzas del cristianismo.