Romanticismo en España
En los artículos anteriores nos dedicamos a analizar en profundidad cada una de las características que definen al movimiento del romanticismo a finales del siglo XVII hasta la mitad del siglo XIX. Si no lo pudiste ver, no te preocupes porque a continuación te facilitaremos el enlace necesario para acceder directamente a él.
Pues bien, en el artículo de hoy, en lo que nos vamos a centrar va a ser el mismo tema, el romanticismo, pero desde el punto de vista de la sociedad y cultura españolas. No pierdas detalle.
Aunque el movimiento del romanticismo en su totalidad abarcó un gran periodo de años como hemos mencionado con anterioridad (desde finales del siglo XVII hasta la mitad del siglo XIX), en España no fue así, ya que una de las peculiaridades del romanticismo español es precisamente ésta, su tardía implantación, ya que no fue hasta el año 1830 cuando empezaron a utilizarse y a vislumbrarse algunos caracteres definitorios de este movimiento. Y es que la época en la que se desarrolló el romanticismo, fue un movimiento duro y complicado para la sociedad española, pues se encontraba en una situación muy convulsa. Por esta razón, no fue fácil la instauración de un nuevo cambio de estilo y de ahí que se implantara tan tarde y durara, por lo tanto, tan pocos años, tan sólo veinte.
A pesar de todo esto, el movimiento del romanticismo consiguió entrar en España y además lo hizo a través de dos vías diferentes.
Por un lado, en la provincia andaluza de Cádiz, un cónsul alemán conocido cuyo nombre era Böhl de Faber, hará una defensa en 1814 de las tesis románticas de los hermanos Schlegel.
Por otro, en una revista catalana llamada «El europeo» se publicó una serie de ensayos que iban en contra del neoclasicismo alrededor del año 1823.
Pero no fue hasta el año 1834 cuando realmente el movimiento del romanticismo llegó a su apogeo en España. Esta fecha coincidió con el momento en el que miles de exiliados españoles pudieron volver a España con libertad al morir el rey Fernando VII. Entre estas personas se encontraban José de Espronceda, el Duque de Rivas y Alcalá Riano.
Las características del romanticismo español no difieren del romanticismo desarrollado en Europa, aunque sí que se pueden distinguir dos corrientes diferenciadas.
La primera de ellas es la conservadora y tradicional. La figura más importante de ésta es Martínez de la Rosa, el Duque de Rivas y Zorrilla, quienes eran fieles admiradores de Walter Scott y Chateaubriand. La otra corriente es de pensamiento totalmente contrario, es decir, mucho más liberal y rebelde cuyo autor por excelencia era Espronceda que utilizaba como modelos a Víctor hugo, Lord Byron y Alejandro Dumas.
El final del romanticismo en España llegará con la aparición de los movimientos franceses del realismo y el naturalismo.