Teatro barroco
El teatro, durante la época barroca, no rompió radicalmente con las costumbres teatrales de la etapa inmediatamente anterior, pero sí introdujo ciertas novedades que iban a avanzar las principales características del teatro moderno y contemporáneo.
En este período, en particular, el teatro se va haciendo progresivamente más profesional y más comercial. Los teatros como lugares físicos destinados a la representación proliferan, y surgen compañías comerciales para gestionarlos, no sólo organizando las representaciones, sino encargando las obras y contratando a los autores, actores y el resto del personal. Muchos autores trabajaban, de hecho, de forma habitual para una determinada compañía, y representaban sus obras siempre en un mismo teatro y con un mismo grupo de actores.
El teatro vive en general una época de esplendor en los principales países de Europa. Shakespeare y Marlowe compiten por el favor del público en Inglaterra. Racine y Moliére lo hacen en Francia, mientras Lope de Vega y Calderón de la Barca hacen lo propio en España.
En España se desarrolla un espacio muy particular para la representación teatral. Se trata de el corral de comedias, un patio de una casa de vecinos donde se colocaba un improvisado escenario y el público veía el espectáculo de pie, mientras las personas más importantes lo hacían desde los balcones y las ventanas de las viviendas que tenían vistas al patio. La nobleza e incluso los reyes solían acudir a estos corrales, donde se representaba una obra tras otra a veces durante noches enteras.
Sobre las características literarias del teatro, el barroco trajo importantes novedades porque dejó de someterse a la normativa clásica que distinguía a rajatabla entre comedia y tragedia, y que exigía a su vez una unidad de lugar, de acción y de tiempo.
Lope de Vega fue el gran innovador. Creó la «comedia nueva», un teatro cuya intención era agradar al público y que se caracterizaba por el predominio de la acción, la ruptura de la unidad (las obras podían cambiar de lugar y tiempo), la mezcla de elementos trágicos con otros cómicos, una mayor variedad métrica y una adecuación al lenguaje de cada personaje (una concesión al realismo típicamente barroco).
La temática de las nuevas obras se hace igualmente más variada que antes, si bien los temas amorosos siguen siendo los más predominantes. Los cuentos populares, las leyendas y las narraciones bíblicas o mitológicas siguen inspirando a los autores, y suelen aparecer igualmente temas relacionados con el honor y la honra.