Teatro isabelino
El teatro isabelino es un concepto literario -aunque básicamente se aplica al teatro- con el que se hace referencia, principalmente, al conjunto de obras dramáticas escritas y representadas en Inglaterra durante el reinado de Isabel I, que se alargó desde 1558 hasta 1603. Muchos estudiosos, no obstante, alargan este segmento temporal a los reinados de Jacobo I (hasta 1625) e incluso de Carlos I (hasta 1642) dada la manifiesta continuidad de temática y estilo que mostró el teatro inglés durante esas etapas, y que se vio finalmente truncada con la llegada de la Guerra civil y la clausura de los teatros en ese mismo año. Si se entiende de esta manera más amplia y agrupando las tres etapas, aunque el término teatro isabelino no deja de ser correcto, puede hablarse también de teatro renacentista inglés, a pesar de que no coincida cronológicamente con el renacimiento europeo.
Lógicamente, el principal autor y máximo representante del teatro isabelino fue William Shakespeare, si bien no fue el primero de la larga ristra de dramaturgos que brillaron en esta época.
Thomas Kyd escribió La tragedia española, una obra especialmente sangrienta que inspiró enormemente a Shakespeare, en particular, en Hamlet y El rey Lear.
Christopher Marlowe fue autor de varias obras extraordinarias a pesar de su corta vida. Especialmente conocidas son El judío de Malta, Eduardo II, Tamerlán el grande y, sobre todo, La trágica historia del doctor Fausto, basado en una leyenda germánica e iniciador de un personaje, Fausto, que sería después frecuentemente recreado en diferentes épocas.
Ben Johnson fue contemporáneo de Shakespeare. Autor especialmente brillante y talentoso, dedicó sus esfuerzos principalmente a la comedia. Su obra más conocida es Volpone, muy inspirada en El judío de Malta y que a su vez inspiraría la shakesperiana El mercader de Venecia.
William Shakespeare supo sacarle todo el provecho posible a esta influencia y, con ella, llevar el teatro de su época hacia nuevas cotas, recuperando al profundidad y grandiosidad de un teatro clásico que se había perdido en la época medieval. Lo hizo, además, de una forma verdaderamente innovadora, pues rompió para siempre con las unidades clásicas del espacio, el tiempo y la acción. Se inspiró en autores latinos y británicos, hizo uso de la violencia y de la magia, sacó todo el provecho a los nuevos escenarios isabelinos y jugó con sus personajes alterando la tradicional preponderancia del protagonistas durante toda la obra. La construcción de los personajes shakesperianos se hace a base de complejos conflictos secundarios que llenan la obra de intensas sub-tramas más allá del argumento principal. Los personajes, a su vez, aumentan exponencialmente su profundidad psicológica y, a menudo, se dirigen directamente al público expresando sus pensamientos en forma de intensos y profundos monólogos.
Romeo y Julieta, Hamlet y Macbeth suelen considerarse las obras principales de Shakespeare, si bien su lista de creaciones es mucho más amplia y abarca todos los géneros del teatro de su época.